viernes, 12 de abril de 2013



ENFOQUE DIALÉCTICO
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El Pensamiento de Chávez, Conciencia de Clase e Identidad Nacional.

Por: Willmer Chang (*)

“La inocencia no mata al pueblo pero tampoco lo salva, lo salvará su conciencia y en eso me ha puesto el Alma”.
Alí Primera.
                                                                      

En los albores de la Revolución Bolivariana, las huellas profundas del pensamiento humanista del comandante supremo se amalgaman con la práctica de la justicia y de la igualdad en los más necesitados.

La capacidad de descifrar el momento histórico, su correlación con el proceso político interno,  el contexto mundial del sistema Capitalista, la extraordinaria carga de patriotismo y nacionalismo, el profundo conocimiento del sentir venezolano, de su gente, de sus costumbres, de su cultura, la necesidad de conformar una identidad con raíces autóctonas, el proyecto bolivariano de integración suramericana, la propuesta de rescatar la tesis socialista con nuevos ribetes, los nuevos códigos y valores de una sociedad más humana, son parte de la conjugación del pensamiento eterno del líder de la Revolución Bolivariana.


Marx  plantea  la conciencia de clase como la capacidad de reconocer el papel de las masas  (especialmente la llamada clase proletaria, los trabajadores,  los campesinos, los humildes) en el intrincado proceso productivo de un mundo atizado por el Capitalismo. Representa el antagonismo clásico de los sectores dominantes contra los sectores dominados y explotados. Chávez se inscribe en los caminos de la lucha de clases, expresada en el conocimiento histórico particular de la Venezuela colonizada por el imperio europeo, luego por el Imperialismo  transnacional petrolero en el siglo XX, y de las clases burguesas que se apropiaron de los medios de producción nacionales posteriormente. No genera la lucha de clases en sí. En muchos casos se le atribuye la polarización del país, pero en realidad es errónea tal aseveración. Desde hace 500 años, el Capitalismo ha generado esta contradicción de clases en nuestro continente. Chávez logra la definición de las clases en pugna. Y quizás  el mérito más relevante sea el de concebir en el seno de las masas populares esa conciencia  y determinación de clase, el papel que juegan en el sistema social, y la necesidad de rescatar sus derechos y bienestar secuestrados por las élites económicas y políticas tradicionales.

Un crisol de corrientes de pensamiento que van desde el Bolivarianismo, Marxismo, Indigenismo, Humanismo, las tesis progresistas, y desde luego el Socialismo, son parte de esa extraordinaria hazaña que es el proceso revolucionario venezolano. El comandante supremo, en alguna oportunidad planteó que las posibilidades de avance en América Latina pasaban por la izquierda, pero que era mucho más complejo y debía ir mucho más allá.  Dato que revela su profundo conocimiento del proceso político en Latinoamérica en el siglo pasado, que cuenta con la experiencia fallida de Chile, y otros ensayos que terminaron por fracasar gracias a la injerencia del Imperialismo estadounidense. Y más allá comprende que el socialismo planteado en el orbe de las revoluciones socialistas en Rusia y China, constituyen un referente, pero que necesita de adaptaciones al contexto venezolano, regional y mundial  en plena Globalización. Conformar un amplio frente de corrientes ideológicas, revolucionarias, progresistas. ¿Revolución? Sí. Pero con matices de nuestra propia realidad. Bienvenidas fueron estas tendencias y experiencias, pero tuvo ese instinto que pocos desarrollan para aplicar estas experiencias acumuladas en el plano de la política nacional.


Entendía la necesidad de nutrir la lucha revolucionaria con el sentir popular y la organización de las masas. Con la participación popular y protagónica. Desarrollar el sentido de lucha y de identidad de clase, era una de las tareas pendientes aún, (con el único ejemplo digno de la Cuba revolucionaria) en esta parte del mundo plagado de ensayos y errores.  Hasta el siglo pasado, los teóricos de la izquierda solo pensaban en el marxismo clásico como vía para generar las revoluciones. En cierto modo, el dogmatismo del socialismo era la nota dominante para plantear una alternativa al sistema hegemónico capitalista y su vertiente neoliberal.

En efecto, en el materialismo histórico se plantea la lucha de clases como motor de la historia, que desencadena la pugna por los intereses proletarios en la búsqueda de la propiedad sobre los medios de producción y contra la burguesía.  Pero en la Revolución Bolivariana,  la capacidad del comandante supremo de jugar con la configuración de las corrientes filosóficas y de pensamiento, lograron lo imposible: La conciencia de clase tan anhelada en décadas de lucha por los caminos revolucionarios, con una particular variable que potenciaba aquel proceso, representado por el pensamiento del Libertador Simón Bolívar, y que va más allá del planteamiento solo del hecho económico o productivo.

 Es el Bolivarianismo precisamente, el pivote ideológico para llegar a la revolución socialista. Las ideas de justicia, inclusión, la mayor suma de felicidad social  y estabilidad política, el trabajo y el estudio dieron en un primer tramo a la Revolución Bolivariana sus cimientos. La población se sintió identificada con el rescate de ese pensamiento libertario, que estaba adormecido y aletargado por décadas de aislamiento por parte de la burguesía. Encendió una llamarada de patriotismo, de “Fuego Sagrado” (como lo señala el Mayor General Pérez Arcay en su libro del mismo título). Era redescubrir esas raíces de independencia y lucha escondidas en los fríos pasillos de una historia manipulada. Era entender que éramos herederos de esa lucha por la libertad, era reconocernos como parte de esa historia necesaria y rebelde. Es el principio de identificarse como mestizo, como pardo, como afrodescendiente, como aborigen, como elemento viviente de un nexo colonial que en la contemporaneidad continuaba, ahora con diferentes actores y diferentes escenarios. Ya no con la  genuflexión e ignominia heredada por siglos de exclusión y dominio.

La misma lucha, pero en tiempos diferentes. Contemplaba entender el significado del tricolor nacional, símbolo de lucha y de nuestra libertad en la gesta heroica. Existe paralelismo entre el concepto de lucha de clases y esta orientación bolivariana, pues supone la posibilidad de igualar las condiciones de las mayorías explotadas, y de asumir la participación efectiva para lograrla. El rescate de la política como herramienta de conquista, y de prolongación de los intereses de clase. Allí radica la capacidad amplia del pensamiento del comandante supremo. Despertar esa conciencia histórica, esa identidad, esa llamarada patriota. Ese amor infinito por nuestro país, por nuestros ancestros, por nuestra capacidad de desarrollar los cambios. Chávez magistralmente logra hacer esta configuración, desgastada en las últimas décadas del Bipartidismo por las innegables transgresiones de los derechos en las mayorías.

En 14 años de revolución, hoy en día los niveles de participación son cada vez mayores. Una población que goza de beneficios sociales en sus misiones, con una progresiva mejor calidad de vida, y las mejoras en todos los ámbitos de sus necesidades inmediatas (tal y como lo señala el socialismo clásico), dan como resultado esa explosión colectiva de conciencia. Ese proletariado, ese campesinado, esa población mayoritaria, entiende su papel en la historia (como lo indica Plejanov en su obra el hombre y su papel en la historia), y se apropia de la lucha, del conocimiento de esos derechos conquistados. Asisten masivamente a los procesos electorales, participan activamente en el proyecto nacional, en los lineamientos estratégicos. Adquieren destrezas políticas, hablan fluidamente de temas económicos, se expresan ideológicamente, hilvanan ideas concretas y promueven el bienestar colectivo.  Existe una conexión especial con ese sentimiento de provenir de las clases más humildes, que al hacerse visibles por primera vez por este Estado, dan muestras de apego y de verdadera lealtad al proceso revolucionario.

Propician los escenarios, y de hecho se convierten en la vanguardia de aplicación de todos los programas y misiones.  El interés por ejercer efectivamente el poder, y la necesidad de apropiarse de los mecanismos para ejercer dicha soberanía, plantean sin duda la conciencia de clase. Ya no desde el  binóculo de la izquierda de los años sesenta o setenta, si no con la plena convicción de hecho, pues ya han transitado por la verdadera democracia participativa y protagónica que rescata sus intereses comunes. Solo posible por el advenimiento del pensamiento de Chávez y su extraordinario don de engranar las piezas del rompecabezas histórico de nuestro país.

La motivación de las clases trabajadoras y campesinas, es el punto de partida para la conformación posterior del proyecto de país con la participación activa ya con dicha conciencia  (La Constitución Nacional de 1999, El Plan Nacional de Desarrollo 2001-2007, Plan Nacional Simón Bolívar 2007-2013, Programa de La Patria 2013-2019).

Esta participación se mantiene y prolonga. De hecho se hace más sólida a medida que la dinámica del proceso revolucionario avanza. La trinchera de las ideas,  el estudio, la intensa batalla de la creación, de la innovación de métodos y herramientas no convencionales para conseguir los objetivos, el arropar a esa conciente masa popular en el huracán bolivariano, son consideradas en el pensamiento del gigante. Es partidario de ejercer de manera profunda el conocimiento, la búsqueda del mismo. Y ese camino lo llevó a dar estos aportes incalculables no solo para la República Bolivariana de Venezuela, sino del continente, pues el pensamiento de Chávez y su proyecto de Revolución son la esperanza de muchos de los países que aún persiguen la independencia y la libertad.


Chávez Vive, la lucha sigue.
¡Revolución por siempre!

¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos!


(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.

domingo, 7 de abril de 2013




ENFOQUE DIALÉCTICO
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La Hegemonía Comunicacional Privada Frente al Sibci.

Por: Willmer Chang (*)
                                                                      
Uno de los terrenos de batalla más importantes para seguir transitando el camino de la revolución es el tema comunicacional. Tal y como lo señala nuestro eterno Libertador Simón Bolívar la primera de las fuerzas es la opinión pública. En un mundo globalizado, y dominado por los códigos de la hegemonía y la ética capitalista, la información se ha direccionado a la multiplicación de antivalores, medias verdades y manipulaciones de la realidad, que se inoculan a través de los medios de comunicación masivos. Las matrices de opinión son implantadas, desarrolladas en laboratorios.

El sistema económico dominante ha desarrollado patrones en su forma de masificar sus necesidades a través de los medios. Debatimos aún si lo que recibimos debe considerarse información o propaganda. De manera simultánea y casi en tiempo real las informaciones son direccionadas según sea el interés. Vía satélite, vía banda ancha, vía microondas. Un mundo interconectado, pero que a su vez depende de los consorcios poderosos de la información para acceder a la información. A esto se une el avance acelerado de las tecnologías de la comunicación. Las denominadas redes sociales (como Twitter, Facebook) incrementan el poder de ataque de los mensajes y aspiraciones.

La idea es claramente impactar sobre el ser humano y su forma de pensamiento para conseguir una determinada respuesta. Y obviamente todas estas acciones buscan un condicionamiento sobre los hechos verdaderos. Nuestro país es una muestra casi inédita de lo que significa la aplicación de dicha hegemonía en los medios. Desde el inicio del proceso revolucionario, hemos soportado incontables matrices y campañas de desinformación, encubrimiento, y distorsión de la verdad. De hecho el comandante Chávez fue objeto de un golpe comunicacional perpetrado con tácticas de desinformación y mentiras de los medios en abril de 2002.

Existe una intrincada complicidad entre las grandes corporaciones mediáticas mundiales (las grandes cadenas televisivas, los medios impresos, radiales) y los medios locales venezolanos. Las primeras se encargan de atacar sin compasión el proceso bolivariano en temas recurrentes tales como libertad de expresión, derechos humanos, vínculos con países “terroristas”, cuestionamiento del sistema democrático venezolano, entre otros. Los segundos, son los encargados de distorsionar el ámbito político y las acciones de gobierno, sea cual sea su naturaleza o sus alcances. Esto es una concertada alineación para desacreditar y desmoralizar los inmensos avances en materia social que la revolución bolivariana ha logrado en 14 años.

Para nadie es un secreto que una de las debilidades de la revolución bolivariana ha sido su capacidad de informar y de revertir los nocivos efectos de la mediática mundial. Esta debilidad en varias ocasiones fue detectada por el comandante supremo Hugo Chávez. Su preocupación estaba justificada. Es increíble la cantidad de mentiras, manipulaciones e informaciones destructivas que tuvo que soportar al frente de las riendas del gobierno. Y lógicamente ese bombardeo mediático tuvo efectos sobre sectores de la población venezolana que fácilmente se dejan influenciar por estos masivos ataques de desinformación. Aumentan progresivamente estos ataques cuando se avecinan eventos electorales en nuestro país. Se crean mecanismos para desconocer las acciones revolucionarias de gobierno, ocultar las obras y avances, desviar la atención a problemas como la inseguridad, el desempleo y la “crisis económica”.

Ante esta enorme guerra mediática, el Estado ha tenido que luchar con herramientas novedosas. Una de las primeras acciones fue generar mecanismos alternativos de comunicación, que pudieran ser manejados por el poder popular. En efecto significó un avance en materia comunicacional. Los comunicadores alternativos y los medios comunitarios se multiplicaron de tal manera que por primera vez se tuvo una herramienta para romper el cerco mediático en los sectores populares. Esta es una de las claves para vencer. El poder popular apoderándose de los conocimientos necesarios para masificar la verdad. La posibilidad de llevar a cada hogar de una comunidad el verdadero impacto de las acciones de su gobierno revolucionario. Esto supone una enorme red de medios comunitarios y comunicadores alternativos, que en efecto está creciendo.


La existencia de una red de medios públicos se estructuró para enfrentar la arremetida comunicacional de los medios nacionales y  mundiales. Sin embargo, y dada las recurrentes fallas para promover los avances revolucionarios, fue necesario replantearse la estructura y alcances de los medios estatales, y de igual manera apoyar la labor incansable y efectiva de los comunicadores alternativos.  

Ese es el punto de partida del SIBCI (Sistema Bolivariano de Comunicación e Información) una estrategia integral para desarrollar un frente de batalla contra la hegemonía comunicacional y la mediática mundial. Es un sistema que integra los diversos medios públicos en un amplio espectro (desde la televisión, la radio, la web, redes sociales, medios impresos) y los medios no convencionales como los comunicadores de calle, los comunicadores alternativos, los pregoneros y los megáfonos como medios de difusión. Es una revolución en materia comunicacional por parte de las autoridades revolucionarias. La intención de acercar y masificar la información a los más diversos sectores populares, y contar con la participación de estos mismos sectores, es sin duda una estrategia acertada.

La estructura hegemónica de los medios, utiliza en demasía la tecnología para imponer sus matrices. Pero es de carácter estratégico que no solo los medios tecnológicos sean utilizados para contrarrestar el bombardeo. Una información de persona a persona, el perifoneo en espacios públicos, los panfletos, las reuniones ocasionales y las jornadas de discusión frecuentes son parte de las nuevas formas de enfrentar la tecnología. Y es precisamente lo que el SIBCI se ha planteado.

A nuestro juicio, el masificar y diversificar las formas en que se transmiten los mensajes, códigos y símbolos de la revolución tendrá un efecto positivo en el fenómeno de la comunicación global. Es necesario seguir impulsando medios de difusión masivos pero “humanos” de esos contenidos. Es la importancia de la participación popular en la construcción de las medidas de contraataque, y también es una excelente forma de reconocer el poder de la organización que hemos alcanzado en revolución.

El SIBCI debe ser transversalizado por todos los entes del Estado. Debe manejar de manera efectiva todas las acciones de gobierno en tiempo real, y tener la capacidad de transmitir esta información a los medios alternativos antes mencionados, para que efectivamente se masifiquen. Hay que  formar en lo estratégico a nuestros masificadores populares. Debemos apoyarlos en la concepción de que esta es una batalla no solo a nivel nacional, sino mundial. Pues estamos enfrentando los intereses económicos globalizados, y de los centros hegemónicos del poder. Es fundamental que el poder popular sepa identificar la naturaleza del sistema económico dominante, pues después de todo es la confrontación del Capitalismo y Socialismo lo que se plantea en la escena de los medios. El SIBCI debe plantear mecanismos para esa discusión trascendental, pues no es solo el frente de batalla de los medios nacionales, sino que representa un problema mundial.

Es de vital importancia que exista la interconexión entre los actores del sistema (tanto los medios estadales como los alternativos), y que la orientación sea llegar al ciudadano con la mayor asertividad posible. Existe una tendencia tóxica de los medios nacionales para tratar temas de sensibles  (salud, inseguridad, costo de la vida, desempleo). Esas son las tribunas en las cuales se tiene que reforzar la estrategia. Pues existe una acción real del Estado revolucionario en resolver estos temas, y existen resultados palpables y concretos. Solo hay que potenciar el rango de acción del SIBCI, y reorientar esfuerzos en masificar la acción de gobierno. Pero sobre todo, debe haber una tendencia a explicar lo que es el Capitalismo como responsable de la miseria, y la propuesta del Socialismo Bolivariano  como alternativa de justicia, igualdad, inclusión y bienestar común.

Un reconocimiento especial al ministro Ernesto Villegas, pues ha empezado a cumplir la misión titánica que dejó como reto nuestro líder supremo. El SIBCI ya tiene estructura y orientación. Rescatar tribunas para la difusión, y generar otras nuevas es la responsabilidad que tenemos en frente. Por fortuna, existe una conciencia política de lo que significa la revolución bolivariana, y de los alcances que hemos obtenido. Suficiente combustible para seguir dando la batalla en contra de la mediática nacional e internacional. Apoyamos en todas sus acciones la gestión del ministro, y del sistema en sí. Y esperamos un rápido avance para defender en la trinchera de la información este extraordinario proceso revolucionario.


Chávez Vive, la lucha sigue.
¡Revolución por siempre!

¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos!


(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.

lunes, 1 de abril de 2013



ENFOQUE DIALÉCTICO
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Revolución Educativa y Revolución Cultural (II).

Por: Willmer Chang (*)

“Estamos abriendo los caminos iniciales de la primera etapa de una Revolución que trascenderá este siglo, para bien de Venezuela y para hacer realidad un mundo distinto, un mundo mejor.”

HUGO CHÁVEZ

Declaraciones del presidente Chávez
durante la inauguración  de Aldeas Universitarias
5 de abril de 2006
           

En la entrega anterior realizamos el introito de la situación educativa venezolana durante el bipartidismo. De igual manera desarrollamos una comparación histórica sobre el mejoramiento progresivo de las condiciones de la educación en revolución. En tal sentido nos atrevimos a dejar algunos planteamientos que tienen que ver con el impacto del sistema educativo bolivariano en la formación de la juventud. En efecto, recalcamos que los avances de inversión social, la atención de necesidades primordiales, y la constante dotación de recursos, herramientas y materiales, es una mejoría elocuente. Pese al enorme esfuerzo del Estado bolivariano, hay algunos ámbitos que no han logrado generar los cambios necesarios en el proceso revolucionario.

La constante exposición de la juventud a fenómenos alienantes (propaganda y contra propaganda), bombardeo de una estrategia de consumismo exacerbado através de los medios de comunicación masivos, y la imposición de patrones culturales ajenos a la realidad inmediata, siguen impactando. No permite acrisolar los principios y valores revolucionarios necesarios para el gran salto cultural. Este pervertido y bien articulado sistema, está enmarcado en las políticas hegemónicas imperiales para abstraer a las poblaciones  más jóvenes, y contribuye con los sectores reaccionarios  que elevan un muro de contención para los cambios radicales y profundos que reclama nuestra sociedad.

Esta guerra de cuarta generación y de baja intensidad, ha focalizado su eje de acción en los antivalores, la antipatria, la apatía, la banalidad, lo superficial, la antipolítica, lo irreal, lo superfluo. Y tiene consecuencias inimaginables para la subsistencia de nuestro Estado revolucionario. Se transgrede el principio de seguridad y defensa integral de la nación. No puede existir una nación en paz si existen millones de herramientas tecnológicas y toda una parafernalia comunicacional que nos inocula el desarraigo. Y es precisamente el desarraigo la cualidad y rasgo resaltante de esta operación masiva en la juventud venezolana. Una importante parte de los estudiantes del sistema educativo en todos sus niveles, no consideran el momento histórico que estamos transitando. No conocen la naturaleza de la lucha que hubo que dar para poder llegar a tener todos los beneficios sociales que ostentamos. No tienen un punto de comparación referente para contrastar la educación y la sociedad durante la época triste del neoliberalismo y del bipartidismo.  Desconocen que la posibilidad de acceder a una educación gratuita y de calidad, es un derecho constitucional. Desprecian o subestiman la enorme gestión y asignación de recursos en el mejoramiento del sistema educativo bolivariano. Algunas mentes juveniles, aún se identifican con la cultura de la violencia y el culto a las armas para resaltar en la sociedad, en sus barriadas. Y eso representa un problema de magnitudes vectoriales para el avance de la revolución. Por so nos preguntábamos si en esencia, la aplicación del sistema educativo verdaderamente ha impactado estas particularidades. Pues es bien sabido que el sistema promueve una educación reflexiva, crítica, y  sobre todo en concordancia con el proyecto político y social revolucionario. Como exclamaba nuestro inmortal Simón Rodríguez, no podemos tener república si no tenemos republicanos.

Debemos ejercer la crítica y la autocrítica tantas veces enarbolada por nuestro comandante supremo. En tal sentido, es posible considerar algunos elementos para entender porque no ha sido ciento por ciento efectiva la puesta en marcha de la educación bolivariana (educación inicial, media, diversificada y universitaria), dada las condiciones y peculiaridades de cada uno de estos  subsistemas. En consecuencia hemos detectado los siguientes argumentos:

  • El carácter alienante de los mensajes exhibidos en los medios de comunicación, que no están siendo regulados de manera efectiva por las autoridades (pues aún existiendo CONATEL y los colectivos de usuarios y usuarias, aún se siguen masificando las escenas de violencia, guerra, confrontación, antivalores y consumismo en todos los medios), e incluso de manera más directa en los sectores populares. Esto crea una percepción distorsionada de la sociedad, y por ende del comportamiento de la juventud ante la misma. Desde la música, las series de tv, las redes sociales, las películas, y los mensajes publicitarios atentan contra el coherente planteamiento del socialismo de vivir en paz y armonía, y sobretodo en justicia e igualdad. Esto debe ser abordado de manera tajante e inmediata. Se debe accionar el marco legal de la ley de Responsabilidad en Radio y Televisión. Es urgente, pues son cada vez más los efectos de este desliz en la política cultural revolucionaria. 

  • El exagerado número de horas que los estudiantes reciben el bombardeo mediático de antivalores y acciones violentas, en vez de generar hábitos de lectura y reflexión. El Estado revolucionario ha generado condiciones para la implementación de la lectura como herramienta liberadora. La tecnología de comunicación y comunicación casi extermina la capacidad de lectura de nuestra juventud. Solo a nivel de imagen o meta mensaje se pretende encaminar la percepción juvenil. Es necesario seguir profundizando en la masificación de textos, y que se implementen tanto en el hogar como en las instituciones educativas.


  • Existe poca claridad en el ámbito docente sobre lo que  significa la aplicación de la educación bolivariana. Pues no se puede defender o profundizar lo que no se conoce. Para poder impactar realmente nuestras juventudes, los docentes deben convertirse en “MILITANTES”, estar convencidos y preparados para exponer el  SOCIALISMO como alternativa, pues de lo contrario el sistema será aplicado solo como reformismo, y no será posible enfocar y direccionar el fin supremo que es la construcción de una sociedad justa y de iguales, que pasa necesariamente por el entendimiento de que estamos construyendo el socialismo del siglo XXI. Esto requiere el pleno conocimiento de que estamos luchando contra un sistema hegemónico que es el CAPITALISMO, dominante desde hace 500 años. Estamos planteando un Estado revolucionario, no una reforma. Y si no hay verdadero compromiso por parte de quién tiene la responsabilidad de aplicar el sistema, difícilmente podremos generar un cambio cultural.

  • Los ministerios del poder popular para la educación, y la educación superior deben considerar las condiciones en que han sido aplicados los programas nacionales de formación. Evidentemente, no hay un rigor en el planteamiento central de generar identidad y valores soberanos. Si las mallas curriculares se imponen sobre el supremo fin de construir el socialismo, solo transitamos por burocratismo y formalismo. El país no se transforma con solo formatos burocráticos o acciones tecnocráticas. El deber sagrado de hacer patria requiere de una verdadera posición de irreverencia y creatividad necesaria. No solo debemos apegarnos a dogmas curriculares. El sentir popular, la situación dinámica del proceso político y social, y el carácter heterogéneo de los hechos, permiten que eso que se ha denominado “currículo” sea flexible. Pero esa flexibilidad tiene que ver con el sentido pedagógico revolucionario. Con estar plenamente orientados a la construcción del socialismo.

  • Dichos ministerios, deben  DESBUROCRATIZARSE. Todavía transitamos por los vestigios del Estado burgués liberal, que solo logra generar burocratismo y algunas situaciones de corrupción. Es responsabilidad de estos ministerios sincerizar sus nóminas, examinar su personal, pues de poca utilidad es ser pesados y anquilosados aparatos ministeriales si no son efectivos. Aún en estos momentos tenemos a personal en puestos claves y decisivos que NO COMULGAN CON LA REVOLUCIÓN. Pareciera ser una especie de estatus quo, interesado en retrasar y entorpecer el proceso revolucionario. Esta clase de burocracia es un tumor para el avance real y comprometido. Los puestos de decisión en los rangos medios, deben estar en manos de personal intensamente formado y comprometido con la revolución. No podemos seguir dejando en manos de infiltrados estas tribunas. Esta es una fuerza que necesitamos ganar para la transformación cultural (la educación y la cultura son bases fundamentales de toda revolución). Hay que pensar en que cada docente comprometido, debe ser un ente de aplicación efectiva del sistema educativo bolivariano (pasa por reconocer que todavía hay que dignificar la actividad docente, con condiciones de nivel de vida justa, pues es el principal eje para transformar la sociedad). Revisar, ponderar, reivindicar el tema de las condiciones laborales, y garantizar todas las herramientas del Estado  para la cabal aplicación de los principios éticos y metodológicos de nuestra revolución.

  • La corresponsabilidad del poder popular en la potenciación del sistema educativo, conformando una sólida estructura participativa, vigilante, activa en la construcción del socialismo bolivariano. El poder popular es la garantía del azimut revolucionario. No podemos alejarnos de esa premisa, que tantas veces reconoció nuestro comandante presidente. La educación debe tener una estrecha alianza con consejos comunales, las comunas. Deben integrarse con la lógica revolucionaria, no con la lógica burguesa. Nadie mejor informado de la realidad local, que la misma comunidad. De allí que ellos deben participar activamente en la construcción de ese programa de formación que se impartirá en cada centro educativo, sea cual fuere su nivel.

  • Las universidades, deben plegarse de manera frontal, con el proyecto de país contemplado en el PLAN NACIONAL SIMÓN BOLÍVAR, y el PROGRAMA DE LA PATRIA. No se pueden concebir que el Estado de sin falta los presupuestos a las universidades nacionales públicas, y estas escudándose en la AUTONOMÍA UNIVERSITARIA mal interpretada, no colaboren con la real aplicación de estos programas nacionales de desarrollo. Toda la capacidad operativa y académica de las universidades debe estar al servicio de concretar y profundizar dichos planes. Estar en sintonía con las necesidades reales del país en materia productiva y de recursos. Gestionar esos recursos para formar profesionales que verdaderamente aporten al Estado y la construcción del nuevo modelo socio productivo. Es impensable, que universidades utilicen recursos para atentar políticamente contra el Estado revolucionario. Deben convertirse en tribunas de discusión política diversa, sin caer en las posesiones de estancamiento y confrontación. La discusión debe ser para avanzar a la construcción del la potencia suramericana caribeña. No debe ser para la destrucción del estado. Es inconcebible que las universidades autónomas, aún estén evadiendo su responsabilidad con el país. Y deben someterse de manera inmediata a la transparente auditoría del Estado y sus instituciones, pues ninguna autonomía puede justificar el abandono al compromiso de desarrollo real y verdadero.

Las referencias y argumentos antes expuestos, son para su debate y análisis. Para encontrar caminos hacia el mejoramiento del sistema educativo revolucionario, y para humildemente aportar una plataforma de discusión. Y sobre todo para ayudar a construir el socialismo del siglo XXI, legado del inmortal comandante Chávez, que ya había dado muestras de preocupación por algunas circunstancias aquí expuestas.







¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos!


(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.

jueves, 28 de marzo de 2013



ENFOQUE DIALÉCTICO
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Revolución Educativa y Revolución Cultural (I).

Por: Willmer Chang (*)
                                                                      
“¡Educación!, ¡educación!, ¡educación!: he allí la base fundamental de la conciencia, del despertar y de la Revolución.”

HUGO CHÁVEZ

Aló Presidente N° 256.
Ciudad Sagrada de Tiwanaku, Bolivia; 28 de mayo de 2006.

La educación como resultado en el proceso histórico nunca ha sido neutral. Siempre ha estado acompañada de intereses o necesidades que condicionan su aplicabilidad. Es precisamente el punto de partida para la comprensión y comparación de dos momentos históricos en el sistema educativo venezolano. Como es de esperar, no escapó Venezuela a la imposición de patrones educativos que nada tenían que ver con su realidad, o con sus necesidades. Una educación impuesta desde el nexo colonial, y que permaneció intacta hasta el siglo XX.

Otrora, la intención del sistema de educación formal venezolano consistía en generar dinámicas instruccionales para mano de obra en la población que podía acceder a este sistema (pues la exclusión era consecuencia del clasismo y las condicionantes socio económicas), desarrollando un desarraigo con respecto a la esencia de los pobladores y su identidad. Se preparaba técnicamente a la mano de obra para vender su fuerza de trabajo. Solo debía saber aquel sujeto del hecho educativo algunos “datos” generales de la concepción occidental educativa, donde el “alumno” solo es una alcancía para recibir conocimientos fragmentados, sin cuestionar, sin reflexionar, sin hacer aportes, o en algún caso intuir una percepción real de lo que significa su existencia en sociedad. El sistema capitalista, desarrolló procesos de alienación y enajenación en el antiguo proceso educativo. En efecto el ser humano también se convierte en mercancía, solo comprable si es hábil o formado en determinadas artes laborales, o capacitado en determinadas áreas primordiales. Un divorcio total entre el individuo y su contexto social, cultural e histórico.

Hecho que progresivamente hizo de la educación en Venezuela un simple formalismo para captar esas grandes masas trabajadoras sin conciencia de la categoría lucha de clases. Y mucho menos la coherencia o correspondencia de ese sistema educativo con un plan de desarrollo nacional verdadero. Nuestra educación, así como la tesis impositiva de los centros hegemónicos de poder sobre los estados nación, era evidentemente limitada por intereses  de carácter económico. En algún caso podemos afirmar que fue inducida la aplicación de dicho sistema. Se logró luego influenciar mediáticamente por décadas un comportamiento foráneo, un tecnicismo desaforado, un burocratismo acentuado, la imposición de antivalores, la cultura del consumismo, el fomento de la violencia y la ficticia premisa de la formación en función de las necesidades personales. Característica heredada del capitalismo, en donde la competencia y el individualismo son la nota predominante. Adicionalmente, la infraestructura de los centros educativos, el desarrollo programático, la orientación curricular, la investigación, las condiciones socio laborales del profesorado y de los participantes del hecho educativo, eran por decir lo menos, precarias. A medida que galopaban las fauces del Neoliberalismo en Latinoamérica, nuestro país fue objeto de las más espantosas tesis en donde la educación debía privatizarse.

Era la renuncia del Estado sobre uno de sus más sagrados deberes: la educación pública y gratuita. En este contexto, se convierte un verdadero lujo estudiar. Si se logra el ingreso al sistema desde primaria, se debía contar con el aval económico para llegar al siguiente nivel. La educación media se “diversificó”, se “fragmentó”, orientándola solo a conocimientos muy específicos para darle respuesta  a las grandes corporaciones económicas. Era frecuente observar una obcecado interés en renunciar a las ciencias sociales, las ciencias económicas, y con mayor interés las ciencias políticas como parte de la formación de las juventudes. En parte por no generar esa necesaria conciencia reflexiva y crítica en dicha población estudiantil. La historia estaba destinada a moldear solo un culto efímero sobre ciertos personajes, sin contenido real, o sobredimensionado.

Una historia fría y distante. Una educación que no contemplaba la explicación sobre el principal recurso económico (el petróleo), conocimiento solo reservado para élites burguesas tecnócratas que eran formadas en el exterior. Una educación que no daba respuesta clara sobre lo que significaba el Estado como interrelación de la población y su gobierno, en el sistema democrático y plural, ni mucho menos interesada en la divulgación del papel de las mayorías en el ejercicio real del poder.  Las universidades se convirtieron en tribunas de clases muy afortunadas, donde el ingreso lo determinaba el origen social o la posesión de recursos económicos altos. Las casas de educación superior aludían el principio de la autonomía. En efecto la autonomía universitaria es el más elemental ejercicio de pensamiento y acción libre. Fue varias veces violentado, y sus efectos sobre las generaciones estudiantiles fueron evidentes.  

En fin, una educación entonces condicionada por el interés de la clase dominante y sus amos foráneos. Con semejante cuadro clínico a cuestas, la tarea de la transformación educativa no es fácil.

En revolución, la educación es la principal arma para profundizar  esa transformación.  El cambio de antivalores, la supresión de las prácticas conceptuales erróneas, el mejoramiento progresivo de las condiciones del hecho educativo, y la preparación de las oleadas revolucionarias, son parte de esa titánica y tan anhelada tarea. Pues de la revolución educativa y cultural, se tendrá el sustento para continuar la sociedad de justicia e igualdad social que rescata la constitución nacional. La diferencia es abismal, sin duda. Desde el inicio del gobierno del comandante supremo Hugo Chávez, la cuestión de mejoramiento del sistema educativo estuvo presente. Con limitados recursos en una primera fase, el frente de batalla inicial lo constituyó rescatar el carácter gratuito y público, y de la capacidad del Estado para cumplir tal fin. Y efectivamente se logró. Dimos un golpe de timón con respecto a la mencionada política privatizadora que defendía el sistema político bipartidista puntofijista  en sus últimos años. 

Sin duda, uno de los más extraordinarios logros de la revolución bolivariana, ha sido el avance en la materia de educación nacional en todos sus niveles. Se exhiben logros que cualquier país europeo en este momento envidiaría poseer. La recuperación de la calidad de la educación, las condiciones sociales del estudiantado, la gratuidad y el carácter verdaderamente público, la erradicación del analfabetismo, la inclusión a través de las misiones educativas Robinson, Ribas y Sucre, el otorgamiento de herramientas como los portátiles Canaima, la entrega de libros gratuitos, el incremento del número de universidades, la matrícula estudiantil más alta de Suramérica, solo por mencionar algunos hechos concretos.  El Estado ha desarrollado una consecuente inversión y atención a todos los componentes del sistema educativo, que tras años de abandono y desidia, se había convertido solo en un medio ejecutor de las premisas del capital y del sistema económico dominante desde hace 500 años.

El sistema educativo es transversalizado por una política social, que incluye la alimentación, la dotación, el deporte, la lectura y la salud como parte del que hacer diario en las diversas casas de estudio.

La articulación del PLAN NACIONAL SIMÓN BOLÍVAR y la propuesta del programa de la patria con el sistema educativo, donde por primera vez se contempla una prioridad de Estado con respecto a las carreras ofertadas a nivel universitario, para que estén en concordancia con dichos proyectos, y garantizar la formación en áreas estratégicas.

El sistema educativo Bolivariano, ha generado condiciones de igualdad y de justicia, que nos replanteó el hecho de la revolución como hecho cultural. El rescate de nuestros valores, el papel del colectivo en el proceso educativo, la conciencia y la participación colectiva son avances sin suda.

Pero no obstante, hay que preguntarse si en efecto, hemos sido lo suficientemente eficientes en la aplicación del sistema educativo revolucionario. Apelando a la autocrítica, y como docente forjado desde los diversos niveles, me permito dejar sobre la mesa algunas interrogantes, que nos permitan en una entrega posterior ponderar dicha efectividad:

¿Ha generado el sistema educativo bolivariano un impacto real sobre el cambio cultural de la violencia  en los jóvenes de la educación media?

¿Existe total claridad y disposición de los docentes encargados de la aplicación del sistema, así como  la  necesidad de optimizar los recursos que con tanto esfuerzo ha alcanzado la Revolución?

¿Hay compromiso real de todo el sector docente de lo que significa la Revolución y su nueva ética?

¿Hemos valorado en su justa dimensión, el papel distorsionador y alienante de los medios de comunicación masivos en el proceso educativo?

¿Son hoy día nuestras universidades, verdaderos recintos de discusión del proceso revolucionario, y más allá de la aplicación de ese proceso?

¿Es la autonomía universitaria excusa para no ponerse al frente de los cambios que reclama el país?

¿Es posible incorporar el tema de la seguridad y defensa integral en todos los niveles del sistema educativo?

¿Hasta donde hemos avanzado para alejarnos de la descripción del sistema educativo anterior con respecto a la formación solo de mano de obra para el sistema económico capitalista?

¿Hemos generado la Revolución cultural?


¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos!


(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.

sábado, 23 de marzo de 2013




ENFOQUE DIALÉCTICO
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Misión Revolución.

Por: Willmer Chang (*)
                                                    viperchang@hotmail.com
                                       http://vanguardiasocialista92.blogspot.com/

Luego de la partida del gigante, del comandante supremo y eterno, del líder del proceso revolucionario, la dirigencia política debe asumir las riendas del Estado. Esta es una tarea que obliga a mirar el ejercicio de gobierno desde la perspectiva de profundización y radicalización. Es evidente la claridad ideológica, política y discursiva que ha obtenido el  pueblo en 14 años de revolución. Pero existe el clamor de no abandonar las banderas del Socialismo y la profundización de los beneficios de igualdad y justicia logrados por el comandante Chávez. Uno de los factores de mayor peso para la supervivencia del Estado socialista,  radica en la capacidad de ejercer el programa de la patria en toda su dimensión. La sapiencia del comandante Chávez logró desarrollar un plan de gobierno amplio y muy preciso, que incluso fue convalidado con las observaciones del colectivo. Es necesario transitar por ese plan de gobierno en concordancia con el Socialismo. No podemos ni un segundo evadir esta ruta, pues es la garantía del éxito de la revolución. En este programa de la patria se encuentran los objetivos históricos necesarios para esta transición necesaria del Capitalismo explotador, a un sistema social productivo diferente, que hemos denominado Socialismo Bolivariano. Ese fue uno de los méritos del comandante supremo de la revolución. Allanar el camino hacia la construcción de una nueva sociedad de iguales, y donde el ser humano sea lo preponderante. Es necesaria la dirección política en función de divulgar el programa de la patria. Cada escuela, cada fábrica, cada espacio campesino, cada universidad, cada ente del Estado, cada misión social, cada funcionario público, cada consejo comunal, cada partido político revolucionario, cada patriota, debe conocer de manera profunda este programa de gobierno. Debemos internalizar cuales son los aspectos que deben ser ejecutados desde nuestras tribunas. Debemos pregonar el conocimiento y entendimiento de todos sus objetivos, así como sus alcances. Más allá de las iniciativas de carácter vinculante con esta coyuntura, la orden es radicalizar la transición al Socialismo. Existe una dirección político militar de la revolución, que es responsable de las estructuras que la sustentan. La unión cívico militar es un neurálgico punto, que en la extensa mayoría de los sectores revolucionarios apoyamos y entendemos necesario. La FANB es garantía de continuidad, de lealtad, de conciencia y apego al proyecto socialista. El alto mando militar ya es parte del enfoque de Estado revolucionario. Que nadie se equivoque o confunda. Pues el Socialismo Bolivariano requiere de una defensa en todos sus ámbitos. Y por el carácter patriota de nuestros soldados forjados en la revolución, y su papel clave en el mantenimiento de la misma, sugiere una fusión con la dirigencia política y en función de gobierno. Es indivisible este binomio, pues de el depende la consecución del camino ya transitado en paz y en democracia. La participación popular es otro aspecto que requiere ser abordado. La construcción de un Estado comunal es una de las tareas pendientes heredadas del comandante. La demolición absoluta del Estado liberal burgués, de sus vicios y prácticas burocráticas es uno de los mayores retos que hay que atacar. Ya nuestra población conoce mecanismos de organización y movilización. Ahora nos toca contribuir con el empoderar al colectivo. Darle poder al pueblo en palabras del presidente eterno y comandante supremo. El Estado comunal, las comunas y los consejos comunales, serán la mayor muestra de que transitamos en el Socialismo. Es la forma de evidenciar el transito del sistema económico dominante a un acuerdo social de inclusión e igualdad. La transferencia progresiva del poder real de ejecución a las comunidades debe ser el referente de la descentralización del Estado. No se concibe al Socialismo sin la participación de las mayorías. Se debe aupar la participación popular, y la responsabilidad que tenemos frente a las acciones de ejercicio del poder.  La lucha contra la especulación y el acaparamiento, la guerra económica, la productividad efectiva, la estimulación del aparato productivo nacional, la creación de nuevas formas de participación económica, la promoción de las nuevas formas de propiedad, también representan un reto a abordar por el gobierno revolucionario, pues no hay revolución política verdadera si no hay revolución económica. Las pretensiones de la burguesía y la derecha han enardecido una guerra en contra de la mayoría de la población. Quieren asfixiar al pueblo con el desabastecimiento y el acaparamiento. Con la especulación y el desangrado a las divisas de la patria. Eso es tema primordial, pues es un importante factor de desestabilización y de impacto directo. El proceso de integración de la patria grande, así como el fortalecimiento de las alianzas con nuestros países hermanos, debe seguir siendo una de las características del Estado socialista bolivariano. Incluir nuestras potencialidades para seguir sumando fuerzas. Incentivar la participación en los mercados comunes suramericanos y caribeños. Impulsar los acuerdos en materia social y de cooperación. Garantizar el proyecto energético de desarrollo regional, y el intercambio de saberes y experiencias para nuestro proyecto continental. Todas tareas pendientes que deben ser logradas en el transcurso de este nuevo período. De la supervivencia de la Revolución bolivariana dependen muchos movimientos en nuestra América, y quizás del mundo. Una demostración real de los avances en materia de inversión  y reivindicación social, y su proyección a nivel interno y latinoamericano deben ser el futuro inmediato de las luchas en nuestro país.






¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos!


(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.


jueves, 7 de marzo de 2013


ENFOQUE DIALÉCTICO
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¡Por ahora, y para siempre!

Por: Willmer Chang (*)
                                                    viperchang@hotmail.com
                                       http://vanguardiasocialista92.blogspot.com/

La historia es un proceso inagotable, siempre en continuo movimiento, siempre dinámico. Las vicisitudes y tragedias son parte de ella. Llegan tan rápido como un rayo, e impregnan para la posteridad los acontecimientos. Era una tarde gris. Me encontraba en la natal Caracas de Bolívar, a cumplir con mi sagrada devoción por la patria, el estudio y el trabajo. Una lluvia rápida e intensa, que se desplegó a las 4:30 pm. En ese paseo inmenso, patriótico, magistral que son los Próceres. Entré a esa dependencia justo en la entrada, a compartir como de costumbre con mis compañeros civiles y militares. De pronto, la noticia: “se ha ido”.  De inmediato el pánico y la angustia se apodero de todos nosotros. “No puede ser”, necesitamos corroborar. Al salir de ese salón,  note que mis compañeros lloraban y se abrazaban. Hombres y mujeres de armas, letrados e intelectuales. Todos en llanto por semejante calamidad. Un gemido de dolor se desplazaba por el pasillo, bajaba las escaleras hasta el cafetín. Es cierto. Ha muerto el comandante presidente. Es uno de esos momentos donde el colectivo se desborda en un solo sentimiento. Dolor, incredulidad, impotencia. Brotaba  de todos ellos ese sentimiento por la figura del titán de la América, del valiente comandante, del líder, del hombre de mil batallas, prendados por  su recuerdo inmortal. Mis lágrimas se unían con las de ellos. Mis pesares afloraban. Era la hora de despedir a ese hombre poco común. El presidente Hugo Chávez, es una figura que muchos no entenderán.  En su innumerable historia por estas tierras del Libertador, desató un proceso revolucionario inédito, que sembró las bases para la realidad política venezolana, y más allá, el panorama geopolítico suramericano y caribeño. Generó una de las más impresionantes muestras de estadista acertado, de revolucionario consumado y de fiel compatriota para con los más desposeídos. Es el epicentro de la nueva política, del rescate de la identidad, de la independencia, de la posibilidad de alzar la voz contra los poderes hegemónicos, contra los imperios, contra el Capitalismo y el Neoliberalismo. Un hombre que supo recoger el sentimiento de un pueblo mancillado, engañado, oprimido, humillado. Un hombre que desafió el poder corrupto e indolente. Un rebelde. Un insurgente. Un hombre de principios  y valores. Leal, corajudo, valiente, altivo. Ese es Hugo Chávez. El hombre que le devolvió la esperanza a millones. El hombre que es sencillo y mestizo como el pueblo, que decodifica el momento histórico, y que sabe entender las inmensas necesidades heredadas en años de desidia. El hombre que enarboló la recuperación de la doctrina bolivariana de la integración suramericana, y que logró rescatar el control de los inmensos recursos naturales de Venezuela. El hombre que desató la mayor participación política en la historia. El hombre que afrontó las más terribles adversidades. El hombre dedicado y entregado a la lucha verdadera. Una excepción de los militares latinoamericanos en los últimos 30 años. Talento natural para la expresión y la comunicación, para el liderazgo, para la resolución en los momentos más aciagos. Uno de esos hombres que la historia recordará por siempre. Seguramente sus acérrimos enemigos no descansarán hasta tratar de mellar su integridad, pues en vida hicieron lo mismo. Pero es impresionante como se transformo la figura de este hombre, y pasó de ser solo un ser humano a una ideología y postura política que trasciende lo nacional. Es una voz que recorre la América, preñada de las luchas por la justicia y la igualdad social. Su pensamiento es un amplio espectro de tendencias libertarias, posturas diversas, percepciones revolucionarias y mucha determinación. Logró acrisolar la lucha desde las masas populares. Desarrolló un proyecto alternativo de país, divorciado de la hegemonía de los poderes mundiales, y buscó la complementariedad de los hermanos pueblos, que ven en su legado la única vía para desarrollar revoluciones de otros pueblos. Su pensamiento agudo, su visión integracionista lo convierten en principal promotor de la denominada Patria Grande.  Hoy la República Bolivariana de Venezuela llora la partida de su líder. Comparte entre el dolor y la lealtad la promesa incólume de no desmayar en profundizar la Revolución Bolivariana. De seguir en la lucha, y hacer cumplir la constitución,  el Proyecto Nacional Simón Bolívar y el Programa de la Patria 2013-2019. Lejos de pensar en la muerte de su pensamiento, se abren las puertas a la verdadera participación de la ideología del comandante presidente. El pueblo venezolano, en honor a su legado, empieza a dar muestras de la conciencia política adquirida bajo su gestión de 14 años. Y es una demostración enorme de claridad ideológica. Sus inmensas manifestaciones de afecto con su presidente no solo se quedaron en lo sentimental. Hay demostraciones claras y contundentes de la enérgica posición de organización popular. Hoy tenemos patria, había dicho el comandante. Y el pueblo entendió su papel, y sobre todo el momento histórico. Esa es la herencia inmortal de Chávez. Un pueblo con ganas de luchar, y con las más intensas aspiraciones de seguir su proceso revolucionario. Elemento que denota la continuidad de su pensamiento y obra, que debe ser entendido desde la perspectiva  política ideológica. Adicionalmente, el verdadero logro es despertar a ese aletargado colectivo, colocarlo en el frente de batalla por su engrandecimiento. Por eso la inmensidad es el camino que de ahora en adelante transitará la figura rebelde del comandante Chávez. Desbordado de grandeza, y arropado por el amor de un pueblo que jamás lo olvidará. ¡Por ahora y para siempre!



¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos!


(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.


domingo, 3 de marzo de 2013




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ENFOQUE DIALÉCTICO

Poder Popular y Socialismo. “Sociedad Civil” y Capitalismo.

Por: Willmer Chang (*)
                                                    viperchang@hotmail.com
                                       http://vanguardiasocialista92.blogspot.com/

En  el curso del entendimiento dialéctico de las sociedades, Karl Marx planteó a la historia como Lucha de Clases. Supone esta lucha, una constante contradicción y relación de dos sectores que aparentemente son antagónicos, en un determinado esquema social o en un Estado nacional. Las relaciones están determinadas según el papel que desempeña cada clase en algo que se ha denominado proceso productivo. Las relaciones entre la clase dominante (Burguesía) y las clases dominadas (Proletariado) representan esos dos sectores, estamentos o “clases” que la perspectiva marxista señala en su Materialismo Histórico. De tal manera que las clases están en eterno conflicto por el poder. Los burgueses por mantener su control histórico heredado (en el caso de Venezuela desde la sociedad colonial) sobre los medios de producción, mantener al proletariado en condiciones de explotación y sumisión, controlar las ganancias, apropiarse  de la plusvalía derivada del proceso productivo, gestionar las prebendas necesarias en un Estado que les sea cómplice y favorable,  y de imponer su visión sobre lo que debe ser el pacto social. Los proletarios por otro lado, participan del conflicto por obtener las condiciones sociales necesarias para la dignificación de su papel productivo, la reivindicación de la propiedad equitativa de los medios de producción, la supresión de la explotación del hombre por el hombre, y la conquista de un modelo que les permita profundizar la condición humana. Dicho de otra manera, la lucha de clases planteada por Marx no es más que la lucha de dos sistemas, que a nuestro juicio en la República Bolivariana de Venezuela son el Socialismo, bandera izada por los sectores revolucionarios, que hemos definido como proletarios, campesinos, obreros, que para efectos prácticos reconocemos como el  Poder Popular; y el Capitalismo defendido desde una posición abyecta por las élites económicas y burguesas del otrora pacto bipartidista y sus aliados. La burguesía se ha organizado en un eufemismo denominado “Sociedad Civil”, que es la forma de distanciarse de los procesos de cambios radicales que se desarrollan en nuestro país, y que incluye a los antiguos actores del Estado liberal burgués que dominaban en un pasado no muy lejano, y que lo representaban Fedecamaras, la C.T.V, la iglesia, la Banca privada, los medios de comunicación, los partidos tradicionales y sus derivados nacidos en la coyuntura política actual, los empresarios y las corporaciones.  Ambas clases manejan códigos distintos del hecho productivo, y sobre todo del modelo estructural de la sociedad. La burguesía capitalista desprecia profundamente al común de la población esencialmente mestiza de origen. Evita con cualquier medio las aspiraciones de lucha y conquista por la justicia e igualdad de los desposeídos. Desprecia esta “Sociedad Civil” los logros que ha obtenido el Poder Popular  por la aplicación de una democracia participativa y protagónica. Su condición de organización sistemática y progresiva ha desarrollado una conciencia política de lo que significa su papel en la sociedad, el proceso revolucionario y su continuidad. Es fácil suponer que la burguesía dominante esté desesperada por recuperar su condición hegemónica. La Revolución Bolivariana ha trastocado los intereses de esta clase parasitaria y arribista, acostumbrada a explotar de la manera más canalla a las grandes mayorías para su propio beneficio, y que es la responsable del drama humano de la pobreza, la desigualdad y la dependencia expresada en años de dominio político y económico. Cabe suponer que este odio arraigado de la burguesía sea expresado en rechazo a cualquier iniciativa que involucre al Poder Popular organizado. Es un fenómeno recurrente (y a veces alarmante), ver como se expresan de los planes y programas del gobierno bolivariano, como de manera automática juzgan cada paso, cada resolución, cada determinada acción contendiente a favorecer a las mayorías. En el Socialismo Bolivariano del siglo XXI nos planteamos códigos como: revolución, lo dinámico, justicia social, colectividad, complementariedad, ser social, la realidad, la soberanía e independencia, la construcción colectiva, la propiedad social, el fortalecimiento del Estado, la productividad, los valores nacionales, la inclusión,  la identidad propia, la humanidad, la solidaridad, la integración entre los pueblos hermanos. Esos códigos han sido aprehendidos por el colectivo, por el Poder Popular, y es la clave del éxito de la gestión del presidente Chávez que ha logrado masificar el entendimiento de estos valores.  Mientras el modelo de la Sociedad Civil plantea: el individualismo, los antivalores, el mercado, la propiedad privada, lo estético, la especulación, la sociedad industrial, el consumismo, lo estático, lo banal, la dependencia, la obediencia, el libertinaje, la dominación, la exclusión,  la Globalización, y de allí derivan sus continuas derrotas en el campo político que los alejan de la realidad de una Venezuela cambiante y dinámica que no se conforma solo con obedecer pasivamente. La incapacidad de esta llamada “Sociedad Civil” en decodificar esta realidad es por decir lo menos, su espada de Damocles. No comprenden las dimensiones del cambio, y mucho menos de la capacidad del pueblo (Proletariado o Poder Popular) en su estallido creador y revolucionario, inspirados por una sociedad de mayor rasgo humano. El avance y logro de este nuevo esquema de sociedad en Venezuela, es la esperanza de conformar un mundo más justo. Las sociedades suramericanas están esperando los logros de este novedoso modelo político para ser adoptado y seguido. He allí las relaciones y contradicciones de este momento histórico, y de sus ampliadas consecuencias para los llamados a ser los protagonistas de esta nueva historia. Sin ánimo de parecer chovinista, es el momento de concretar la segunda independencia. Batalla, lucha y victoria. Rodilla en tierra. Vista al horizonte del nuevo Estado.




¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos!


(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.