ENFOQUE DIALÉCTICO
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Misión Revolución.
Por: Willmer Chang (*)
Luego de la partida del gigante, del comandante
supremo y eterno, del líder del proceso revolucionario, la dirigencia
política debe asumir las riendas del Estado. Esta es una tarea que obliga a
mirar el ejercicio de gobierno desde la perspectiva de profundización y radicalización.
Es evidente la claridad ideológica, política y discursiva que ha obtenido
el pueblo en 14 años de revolución. Pero existe el clamor de no abandonar las
banderas del Socialismo y la profundización de los beneficios de
igualdad y justicia logrados por el comandante Chávez. Uno de los factores de
mayor peso para la supervivencia del Estado socialista, radica en la capacidad de ejercer el programa de la patria en toda su
dimensión. La sapiencia del comandante Chávez logró desarrollar un plan de
gobierno amplio y muy preciso, que incluso fue convalidado con las
observaciones del colectivo. Es necesario transitar por ese plan de gobierno en
concordancia con el Socialismo. No
podemos ni un segundo evadir esta ruta, pues es la garantía del éxito de la revolución.
En este programa de la patria se encuentran los objetivos históricos necesarios
para esta transición necesaria del Capitalismo
explotador, a un sistema social productivo diferente, que hemos denominado Socialismo Bolivariano. Ese fue uno de
los méritos del comandante supremo de la revolución. Allanar el camino hacia la
construcción de una nueva sociedad de iguales, y donde el ser humano sea lo
preponderante. Es necesaria la dirección política en función de divulgar el programa de la patria. Cada
escuela, cada fábrica, cada espacio campesino, cada universidad, cada ente del
Estado, cada misión social, cada funcionario público, cada consejo comunal,
cada partido político revolucionario, cada patriota, debe conocer de manera
profunda este programa de gobierno. Debemos internalizar cuales son los
aspectos que deben ser ejecutados desde nuestras tribunas. Debemos pregonar el
conocimiento y entendimiento de todos sus objetivos, así como sus alcances. Más
allá de las iniciativas de carácter vinculante con esta coyuntura, la orden es radicalizar la transición al Socialismo.
Existe una dirección político militar de
la revolución, que es responsable de las estructuras que la sustentan. La unión cívico militar es un neurálgico
punto, que en la extensa mayoría de los sectores revolucionarios apoyamos y
entendemos necesario. La FANB es garantía
de continuidad, de lealtad, de conciencia y apego al proyecto socialista. El
alto mando militar ya es parte del enfoque de Estado revolucionario. Que nadie
se equivoque o confunda. Pues el Socialismo
Bolivariano requiere de una defensa en todos sus ámbitos. Y por el carácter
patriota de nuestros soldados forjados en la revolución, y su papel clave en el
mantenimiento de la misma, sugiere una fusión con la dirigencia política y en
función de gobierno. Es indivisible este binomio, pues de el depende la
consecución del camino ya transitado en paz y en democracia. La participación popular es otro
aspecto que requiere ser abordado. La construcción de un Estado comunal es una de las tareas pendientes heredadas del
comandante. La demolición absoluta del Estado
liberal burgués, de sus vicios y prácticas burocráticas es uno de los
mayores retos que hay que atacar. Ya nuestra población conoce mecanismos de
organización y movilización. Ahora nos toca contribuir con el empoderar al
colectivo. Darle poder al pueblo en
palabras del presidente eterno y comandante supremo. El Estado comunal, las comunas
y los consejos comunales, serán la
mayor muestra de que transitamos en el Socialismo.
Es la forma de evidenciar el transito del sistema económico dominante a un
acuerdo social de inclusión e igualdad. La
transferencia progresiva del poder real de ejecución a las comunidades debe
ser el referente de la descentralización
del Estado. No se concibe al Socialismo
sin la participación de las mayorías. Se debe aupar la participación popular, y la responsabilidad que tenemos frente a
las acciones de ejercicio del poder. La
lucha contra la especulación y el acaparamiento, la guerra económica, la productividad efectiva, la estimulación del
aparato productivo nacional, la creación de nuevas formas de participación
económica, la promoción de las nuevas formas de propiedad, también representan
un reto a abordar por el gobierno revolucionario, pues no hay revolución política verdadera si no hay revolución económica.
Las pretensiones de la burguesía y
la derecha han enardecido una guerra en contra de la mayoría de la población.
Quieren asfixiar al pueblo con el desabastecimiento
y el acaparamiento. Con la especulación y el desangrado a las
divisas de la patria. Eso es tema primordial, pues es un importante factor de
desestabilización y de impacto directo. El proceso de integración de la patria grande, así como el fortalecimiento de las
alianzas con nuestros países hermanos, debe seguir siendo una de las
características del Estado socialista
bolivariano. Incluir nuestras potencialidades para seguir sumando fuerzas.
Incentivar la participación en los mercados comunes suramericanos y caribeños.
Impulsar los acuerdos en materia social y de cooperación. Garantizar el
proyecto energético de desarrollo regional, y el intercambio de saberes y
experiencias para nuestro proyecto continental. Todas tareas pendientes que
deben ser logradas en el transcurso de este nuevo período. De la supervivencia
de la Revolución
bolivariana dependen muchos movimientos en nuestra América, y quizás del
mundo. Una demostración real de los avances en materia de inversión y reivindicación social, y su proyección a
nivel interno y latinoamericano deben ser el futuro inmediato de las luchas en
nuestro país.
¡Independencia y patria socialista!
¡Viviremos y venceremos!
(*) Docente revolucionario, investigador social y militante
Bolivariano.