ENFOQUE DIALÉCTICO
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Bolívar, Angostura y su
vigencia histórica.
Por: Willmer Chang (*)
Una de las características que definen el perfil
del Libertador, es la concepción y manejo excepcional del concepto de la moral
en el ejercicio del estado. Sin duda Bolívar, decodifica y sintetiza los
elementos vitales que conforman la superestructura u organismo que representa
esta noción. Y quizás uno de los documentos que nos permiten una aproximación
real y concreta sobre su visión del estado sea el discurso ante el congreso de
Angostura en 1819, en ocasión de presentar ante dicha instancia un proyecto de
constitución nacional.
Hoy cuando nos planteamos la necesidad de
reestructurar el estado, y su incidencia en el proceso de cambios que vive
nuestro país, es menester de todos echar raíces en esa esencia bolivariana para
que guie el camino. Esa extraordinaria y viva cognición de la realidad presente
y futura, ese pensamiento avanzado del alfarero de repúblicas. Es la condición
que nos impulsa a la exaltación del pensamiento y obra del Libertador. Y que
nos vincula con nuestro proyecto nacional como referente, como elemento y
herramienta de lucha, y que sin duda está destinada a la gloria descrita es su
dimensión concreta.
Al encontrarse bajo el fragor de la lucha
armada, y con la responsabilidad de los ejércitos y las acciones militares, el Libertador
transfiere de manera tácita y desprendida el ejercicio del poder supremo al
congreso, haciendo un llamado a las más firmes acciones morales que deben
ejercer los legisladores en su devenir como integrantes del estado. Se asume
como un ciudadano más, que lucha a través de las armas hasta que la república
tenga enemigos. Muestra de su total y plena convicción de llevar a adelante el
proyecto en términos legales.
“Legisladores, yo deposito en vuestras manos el
mando supremo de Venezuela. Vuestro es ahora el augusto deber de consagraros a
la felicidad de la república: en vuestras manos está la balanza de nuestros
destinos, la medida de la nuestra gloria: ellas sellarán los decretos que fijen
nuestra libertad”. Sentencia que hace en relación de la obligación que tendría
el cuerpo legislador en la naciente nación, vinculados siempre a nuestra lucha
por el proyecto de la libertad. Sin libertad, ninguna nación podría ser hecha, tendrían
el pesado rastro de la opresión, la sumisión o la genuflexión ante los poderes
imperiales, oligárquicos o de las clases dominantes.
Esta acción denodada alude la visión
absolutamente democrática, republicana y de principios libertarios de Bolívar. Esta
condición aún hoy esta intrínsecamente relacionada con nuestro proyecto
nacional actual, que está representado en la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela. Esta esencia histórica, es sin duda el elemento transversal del
pensamiento libertario que hoy más que nunca reclama las acciones de las
fuerzas totales de la nación. Como un código genético, la libertad, y el
sometimiento al imperio de las leyes está concebido en nuestro imaginario social,
y mucho más en el contexto del proyecto político del estado democrático, social,
de derecho y de justicia que recoge la magna carta. Esa vinculación proviene de
esa concepción de Angostura, y se amalgama con las diferentes instancias del
poder público que hoy tenemos, y que se remontan al escenario profundo de la
justicia y la lucha de nuestros padres libertadores.
Bolívar asume el esquema de separación del poder
público, que en una incipiente república nos rememoran a la lucha por la
instalación de un sistema inclusivo, democrático y de avanzada. E incluso propone la creación de un sistema de
valores y de principios en el ejercicio del estado, y que los funcionarios debían
vincular con su praxis diaria. El poder ejecutivo, el poder legislativo, el
poder judicial son el clásico ejemplo de los sistemas republicanos planteados
para la época. Pero Bolívar es audaz, visionario y aguerrido. Propone la
creación de un poder moral, que debe ser el referente en ese equilibrio de
poderes, y que se cimienta en la concepción de la moral, de la justicia bien
ejercida, y del ejemplo en las acciones inherentes a favorecer a los ciudadanos.
Reconoce que: “el triple yugo de la ignorancia,
la tiranía y el vicio” habían mellado en la sociedad, bajo el influjo de la
lucha emancipadora, y con las limitaciones propias de la guerra. Esa capacidad de
reconocer dichas limitaciones morales, hace que la propuesta sea encausada en
los más nobles y transparentes principios para república alguna. Precisamente la
implementación del poder moral se recoge y se practica en la constitución
bolivariana de 1999. Es un
reconocimiento de la vigencia del pensamiento indómito y agudo de Simón.
Señala el Libertador que “las buenas costumbres
y no la fuerza, son las columnas de las leyes, y que el ejercicio de la
justicia es el ejercicio de la libertad”. Punto cardinal para la confección de
la constituyente que le dio paso a la aprobación democrática de la constitución
de 1999. Las leyes por sí solas no representan el ejercicio de la libertad,
sino que asumen la necesidad de quienes las ejercen, sean referentes de
solvencia moral, y de indiscutible autoridad en el mencionado campo. En este
sentido también propone Bolívar que los códigos, los sistemas o los estatutos por
sabios que sean, son obras muertas que poco influyen sobre las sociedades. Y en
consecuencia nos lanza un exhorto que hoy más que nunca debe ser considerado para
los que ejercen cargos públicos: ¡hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres
ilustrados constituyen las repúblicas!
La virtud entendida como la entrega y el valor
de la nobleza, de incorruptible condición, y siempre al servicio de los intereses
nacionales. La condición patriótica es vital. Si no se siente amor, entrega y
filiación por este territorio y su significado en el tiempo, imposible sería
dar la vida por defenderla. Y cuando se refiere a hombres ilustrados, nos
indica la necesidad del conocimiento, la formación y el saber en el ejercicio de
las funciones públicas. Este es un misil moral, de aliento para quienes de
alguna manera rigen los destinos de la república. El oxígeno que necesita la
construcción y rectificación del camino trazado en revolución.
“El progreso de las luces es el que ensancha el
progreso de la práctica, y la rectitud del espíritu es el que ensancha el
progreso de las luces”, aseveración que invita al ejercicio del conocimiento y
el saber con especial necesidad de razón, espíritu, y propósito honesto y
encaminado al bien común.
Con la virtud de las leyes, la libertad y la referencia moral de los servidores públicos, asume Bolívar que el
gobierno es la instancia inmediata de la resolución de los problemas que
aquejan a los ciudadanos.
Es esa referencia la que determina el fin del gobierno, sus
orientaciones más vitales, y la impostergable razón de su estructura. “el
sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad
posible, mayor suma de seguridad social, y mayor suma de estabilidad política”.
La premisa anterior está sintetizada en la propuesta del Plan de la Patria
2013-2019, que resume los fines últimos de la existencia de las instancias
gubernamentales, y de darle respuesta a los problemas de manera estructural. No
se puede postergar o retardar la eficiencia y eficacia del gobierno, ni mucho
menos de entes que conforman el estado, pues sería una contradicción que
pondría en peligro su misma existencia. La mayor suma de de felicidad social ha
sido reconocida en este proceso socio-histórico que rememora el ideal del
Libertador. No representa solo una consigna vacía o de carácter panfletario. Es
la clave para la construcción y consolidación del mismo proceso en sí. De la
posibilidad de enrumbar definitivamente los destinos nacionales al excelso
destino de la grandeza que nos describe Bolívar.
De tal manera, que apostamos a la remembranza del ideal bolivariano, de
la raíz primigenia de nuestro pensamiento patriótico, para poder impregnarnos
del aura necesaria para la lucha en la construcción de nuestra república. Necesario
ejercicio para el rescate de valores morales que nos reclama el momento
histórico.
(*) Docente e
investigador.
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