miércoles, 3 de septiembre de 2014


ENFOQUE DIALÉCTICO
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Bolívar, Angostura y su vigencia histórica.

Por: Willmer Chang (*)
                           
Una de las características que definen el perfil del Libertador, es la concepción y manejo excepcional del concepto de la moral en el ejercicio del estado. Sin duda Bolívar, decodifica y sintetiza los elementos vitales que conforman la superestructura u organismo que representa esta noción. Y quizás uno de los documentos que nos permiten una aproximación real y concreta sobre su visión del estado sea el discurso ante el congreso de Angostura en 1819, en ocasión de presentar ante dicha instancia un proyecto de constitución nacional.

Hoy cuando nos planteamos la necesidad de reestructurar el estado, y su incidencia en el proceso de cambios que vive nuestro país, es menester de todos echar raíces en esa esencia bolivariana para que guie el camino. Esa extraordinaria y viva cognición de la realidad presente y futura, ese pensamiento avanzado del alfarero de repúblicas. Es la condición que nos impulsa a la exaltación del pensamiento y obra del Libertador. Y que nos vincula con nuestro proyecto nacional como referente, como elemento y herramienta de lucha, y que sin duda está destinada a la gloria descrita es su dimensión concreta.

Al encontrarse bajo el fragor de la lucha armada, y con la responsabilidad de los ejércitos y las acciones militares, el Libertador transfiere de manera tácita y desprendida el ejercicio del poder supremo al congreso, haciendo un llamado a las más firmes acciones morales que deben ejercer los legisladores en su devenir como integrantes del estado. Se asume como un ciudadano más, que lucha a través de las armas hasta que la república tenga enemigos. Muestra de su total y plena convicción de llevar a adelante el proyecto en términos legales.

“Legisladores, yo deposito en vuestras manos el mando supremo de Venezuela. Vuestro es ahora el augusto deber de consagraros a la felicidad de la república: en vuestras manos está la balanza de nuestros destinos, la medida de la nuestra gloria: ellas sellarán los decretos que fijen nuestra libertad”. Sentencia que hace en relación de la obligación que tendría el cuerpo legislador en la naciente nación, vinculados siempre a nuestra lucha por el proyecto de la libertad. Sin libertad, ninguna nación podría ser hecha, tendrían el pesado rastro de la opresión, la sumisión o la genuflexión ante los poderes imperiales, oligárquicos o de las clases dominantes.

Esta acción denodada alude la visión absolutamente democrática, republicana y de principios libertarios de Bolívar. Esta condición aún hoy esta intrínsecamente relacionada con nuestro proyecto nacional actual, que está representado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Esta esencia histórica, es sin duda el elemento transversal del pensamiento libertario que hoy más que nunca reclama las acciones de las fuerzas totales de la nación. Como un código genético, la libertad, y el sometimiento al imperio de las leyes está concebido en nuestro imaginario social, y mucho más en el contexto del proyecto político del estado democrático, social, de derecho y de justicia que recoge la magna carta. Esa vinculación proviene de esa concepción de Angostura, y se amalgama con las diferentes instancias del poder público que hoy tenemos, y que se remontan al escenario profundo de la justicia y la lucha de nuestros padres libertadores.

Bolívar asume el esquema de separación del poder público, que en una incipiente república nos rememoran a la lucha por la instalación de un sistema inclusivo, democrático y de avanzada.  E incluso propone la creación de un sistema de valores y de principios en el ejercicio del estado, y que los funcionarios debían vincular con su praxis diaria. El poder ejecutivo, el poder legislativo, el poder judicial son el clásico ejemplo de los sistemas republicanos planteados para la época. Pero Bolívar es audaz, visionario y aguerrido. Propone la creación de un poder moral, que debe ser el referente en ese equilibrio de poderes, y que se cimienta en la concepción de la moral, de la justicia bien ejercida, y del ejemplo en las acciones inherentes a favorecer a los ciudadanos.

Reconoce que: “el triple yugo de la ignorancia, la tiranía y el vicio” habían mellado en la sociedad, bajo el influjo de la lucha emancipadora, y con las limitaciones propias de la guerra. Esa capacidad de reconocer dichas limitaciones morales, hace que la propuesta sea encausada en los más nobles y transparentes principios para república alguna. Precisamente la implementación del poder moral se recoge y se practica en la constitución bolivariana  de 1999. Es un reconocimiento de la vigencia del pensamiento indómito y agudo de Simón.

Señala el Libertador que “las buenas costumbres y no la fuerza, son las columnas de las leyes, y que el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad”. Punto cardinal para la confección de la constituyente que le dio paso a la aprobación democrática de la constitución de 1999. Las leyes por sí solas no representan el ejercicio de la libertad, sino que asumen la necesidad de quienes las ejercen, sean referentes de solvencia moral, y de indiscutible autoridad en el mencionado campo. En este sentido también propone Bolívar que los códigos, los sistemas o los estatutos por sabios que sean, son obras muertas que poco influyen sobre las sociedades. Y en consecuencia nos lanza un exhorto que hoy más que nunca debe ser considerado para los que ejercen cargos públicos: ¡hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las repúblicas!

La virtud entendida como la entrega y el valor de la nobleza, de incorruptible condición, y siempre al servicio de los intereses nacionales. La condición patriótica es vital. Si no se siente amor, entrega y filiación por este territorio y su significado en el tiempo, imposible sería dar la vida por defenderla. Y cuando se refiere a hombres ilustrados, nos indica la necesidad del conocimiento, la formación y el saber en el ejercicio de las funciones públicas. Este es un misil moral, de aliento para quienes de alguna manera rigen los destinos de la república. El oxígeno que necesita la construcción y rectificación del camino trazado en revolución.

“El progreso de las luces es el que ensancha el progreso de la práctica, y la rectitud del espíritu es el que ensancha el progreso de las luces”, aseveración que invita al ejercicio del conocimiento y el saber con especial necesidad de razón, espíritu, y propósito honesto y encaminado al bien común.

Con la virtud de las leyes, la libertad y la referencia moral de  los servidores públicos, asume Bolívar que el gobierno es la instancia inmediata de la resolución de los problemas que aquejan a los ciudadanos.

Es esa referencia la que determina el fin del gobierno, sus orientaciones más vitales, y la impostergable razón de su estructura. “el sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social, y mayor suma de estabilidad política”. La premisa anterior está sintetizada en la propuesta del Plan de la Patria 2013-2019, que resume los fines últimos de la existencia de las instancias gubernamentales, y de darle respuesta a los problemas de manera estructural. No se puede postergar o retardar la eficiencia y eficacia del gobierno, ni mucho menos de entes que conforman el estado, pues sería una contradicción que pondría en peligro su misma existencia. La mayor suma de de felicidad social ha sido reconocida en este proceso socio-histórico que rememora el ideal del Libertador. No representa solo una consigna vacía o de carácter panfletario. Es la clave para la construcción y consolidación del mismo proceso en sí. De la posibilidad de enrumbar definitivamente los destinos nacionales al excelso destino de la grandeza que nos describe Bolívar.

De tal manera, que apostamos a la remembranza del ideal bolivariano, de la raíz primigenia de nuestro pensamiento patriótico, para poder impregnarnos del aura necesaria para la lucha en la construcción de nuestra república. Necesario ejercicio para el rescate de valores morales que nos reclama el momento histórico.





(*) Docente e investigador.



miércoles, 27 de agosto de 2014




ENFOQUE DIALÉCTICO
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Miranda y Bolívar: Simbiosis Geopolítica.

Por: Willmer Chang (*)


En el curso de la historia, hay coincidencias y procesos que parecen predestinados. Efectivamente una de ellas es la íntima relación entre el pensamiento del Generalísimo Francisco de Miranda y del Libertador Simón Bolívar. Es un referente tanto en el aspecto de conformación de ideales libertarios, como en el ámbito de creación de repúblicas en los albores de la lucha emancipadora. Es sin duda, una de las más necesarias relaciones que debe conocer todo ciudadano, y que representa parte de nuestra esencia como Estado nación.

Como proceso histórico, la audaz acción del Generalísimo Francisco de Miranda es el referente cronológico de la lucha por la independencia en la Hispanoamérica sometida al yugo imperialista español. Dentro de una sociedad de  castas, de odio racial y estamentario, supo remontar sobre sus limitaciones de origen canario para el ejercicio del saber. Esta sociedad racista y clasista promueva la segregación en las actividades del ejercicio del estado y de gobierno a personas como Miranda. Lejos de amilanarlo, encuentra razones de peso para la formación constante y decidida. Este rasgo de personalidad lo hará asumir una vorágine de conocimientos estratégicos y tácticos que permiten su inmediata conexión con la realidad del ajedrez global del mundo. De esta sucesión de conocimientos, el Libertador Bolívar aprenderá acuciosamente, heredando parte de las ideas geopolíticas del Generalísimo y precursor de la independencia.

Para entender a Bolívar hay que entender el precedente mirandino. Se conjugan elementos de carácter vinculante. La concepción del estado (gran nacional) que es planteado por Miranda como Colombeia (detalle romántico que evoca un homenaje al Almirante Cristóbal Colón),  desde el sur del río Misisipí hasta la Patagonia, con sobradas pinceladas de tierra libre, productiva, soberana  y moralmente sólida, serán insumos vitales  para el futuro proyecto del Libertador Bolívar.  Esta primigenia concepción de la importancia del territorio, su relación con los recursos y del poder del estado, es lo que un hombre universal como Miranda logró decodificar entre sus viajes y conocimiento del mundo moderno. Entendió las variantes del cambio en los sistemas monárquicos y políticos de la época, y generó una propuesta de unión continental bajo condiciones históricas muy precisas.

Haber participado en las tres grandes revoluciones de la época (Revolución francesa, independencia de los Estados Unidos de Norteamérica, y la revolución de independencia Suramericana) no solo es una demostración de grandeza y de gloria para Miranda, sino que representa el continuo estratégico de la construcción de su tesis geopolítica, que en reiteradas ocasiones define el rumbo en función de las categorías más importantes del pensamiento avanzado: tiempo y espacio. Geografía e historia. Lo temporal y lo espacial. Lo diacrónico y sincrónico, que en términos actuales denominamos Geohistoria.

Conocimiento que después de algunos lustros se conforman en bases fundamentales de la geopolítica como ciencia. Supo extraer Miranda de esos recursos los suficientes conocimientos, estrategias, experiencias y procesos que le permitieran dar viabilidad a su proyecto continental. Tal aseveración pudiera ser comprendida si se estudia las bases y pilares fundamentales de los estados que nacieron de la Francia revolucionaria y de los Estados Unidos (la declaración universal de los derechos del hombre, la alternabilidad en el ejercicio del gobierno, la erradicación de la monarquía, el establecimiento del estado nacional, la igualdad, fraternidad y libertad, los principios morales y éticos de los ejecutantes del gobierno, el sistema federal y la arquitectura legal), todos ellos asumidos como un referente para la construcción de ese sueño mirandino.

De allí que el planteamiento de la Colombeia vaya mucho más allá en los planes del precursor. Integra la síntesis del conocimiento geográfico y político,  de las relaciones de poder de los diversos centros del mundo, del conocimiento de la posición relativa del continente suramericano, el reconocimiento de los recursos naturales, las complejas relaciones comerciales con el Caribe, las intensas implicaciones culturales , la necesidad de la instalación de una forma de gobierno basado en los derechos universales del hombre con manejo conceptual en la razón y el conocimiento, y con especial interés en la formación ciudadana y educativa por parte del estado.

La ocupación del territorio en el proyecto de Colombeia debía recurrir a una organización centralizada, pero con presencia de un cuerpo legislador,  dicha estructura es denominada Incanato (recordando el otrora inmenso imperio de los Incas desde el sur de Colombia hasta Chile) debía interconectarse y relacionarse con los tres elementos vitales del continente:

·         La fachada septentrional, conformada por México y los territorios de América Central, incluyendo la posibilidad de interconexión marítima con el Caribe, las Antillas, el Océano Pacífico y el  Océano Atlántico.
·         La fachada meridional compuesta por las provincias del Sur y del río de la Plata, que generaban cuantiosos recursos, y donde se encontraba la cordillera andina.
·         Y el territorio pivote (hinterland) o cabecera  que era constituida por Venezuela, la Nueva Granada (incluyendo al territorio de Panamá que pertenecía a dicha provincia) y las islas caribeñas como Cuba, Puerto Rico, y el arco del Mar Caribe, como eje articulador  y de interconexión entre estos distantes territorios.

No es coincidencia o azar el planteamiento de Miranda, ya que es consecuencia de un desmenuzado y pormenorizado análisis de las potencialidades de dichos territorios, que en ausencia de un plan de interrelación y conexión efectiva, podrían atentar contra la sostenibilidad de su existencia.

Planea el Generalísimo la creación de centros de defensa interregional, cinturones agrícolas productivos, establecimiento de áreas portuarias, creación de zonas comerciales, y el establecimiento de áreas de especial interés para la acción económica de la industria y artesanía.  De tal manera que el conocimiento del territorio, sumado a un plan de interrelación con la forma de gobierno y de su población conformaría este gran Estado suramericano y caribeño.


Decodificó magistralmente las necesidades de ese centro de equilibrio con respecto a la incipiente nación norteamericana: Los Estados Unidos, que en proceso de conformación adoptaron un modelo comercial muy agresivo y con bases muy consolidadas con el capitalismo en su fase mercantilista y la posterior fase industrial.

Esta coincidencia de reconocimiento también la asume Bolívar en su periplo libertario, quién sustenta la tesis del centro de equilibrio en la naciente unión de repúblicas. Bolívar entendía la necesidad de la unitaria condición del estado, para sumar fuerzas militares, recursos naturales, población y cuantos elementos pudieran sustentar al proyecto. Condición que ya hemos desarrollado por parte de Miranda.  El libertador asume la tesis de unión desde 1819 en Angostura, cuando el congreso ratifica y decreta la ley fundamental de la creación de Colombia.

Que en un ejercicio de símil asumimos es la significación en castellano de la Colombeia (en latín) del precursor de la independencia.

Con esta perspectiva, el Bolívar estadista comienza a darle forma al sueño mirandino, ya desde las acciones tácticas, y en concordancia con lineamientos de carácter estratégico (y estrechamente relacionado con la Colombeia de Miranda) logra poner en práctica.

De lo relativo a la necesidad de unidad territorial Bolívar rescata la imponente situación de Venezuela para el comercio y la relación con el resto del continente, además de coincidir con Miranda en la necesidad del Caribe como vía de defensa militar y no solo comercial.

Las detalladas órdenes del Libertador tanto a las autoridades civiles como militares, dan cuenta de la necesidad de ser eficientes en el uso de los recursos, el ejercicio de gobierno, y de la prosecución de las líneas fundamentales del estado. Todo esto con una organización política derivada de la realidad local y territorial. Bolívar entiende que todo gran proyecto de estado debe estar sustentado por la estructura económica, y nuevamente coincide con Miranda en la necesidad de fomentar la producción en términos favorables para la República. Incluso plantea la tesis del Istmo de Panamá como “ombligo del universo”, que asume una posición estratégica de interconexión oceánica entre el Pacífico y el Atlántico y por ende de las relaciones comerciales marítimas. Es una muralla de contención para las ya evidentes aspiraciones expansivas de los Estados Unidos. De allí su convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá, para sentar las bases y hacer posible dicho planteamiento.

De tal manera que podemos encontrar elementos coincidentes en ambos personajes históricos, que asumimos como relacionantes en sus tesis de unión continental.

A pesar de que la geopolítica es un saber estratégico que nace en los albores del siglo XX, y con fines de carácter expansivo y de control, podemos recurrir al pensamiento y proyectos de Miranda y Bolívar como predecesores del conocimiento geopolítico suramericano.

Como legado a estos grandes hombres de la libertad y del mundo, hoy debemos profundizar en sus proyectos para seguir construyendo una sólida condición de integración entre los pueblos.



(*) Docente e investigador.



lunes, 19 de mayo de 2014



ENFOQUE DIALÉCTICO
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El Estado Comunal:Viabilidad Política.

Por: Willmer Chang (*)

Dada las condiciones del proceso político venezolano en los últimos años, se ha hecho necesario entender las tesis que conforman ese anhelo de las tendencias de izquierda en la conformación de modelos de Estado de participación popular. Con el avance de la perspectiva dentro del proceso de Revolución Bolivariana, el Estado comunal pasa a ser un tema de discusión obligante.

Tema que en su propia dimensión, conlleva a plantearse de manera general las experiencias más cercanas o los indicadores que en el curso civilizatorio de la humanidad se han experimentado. Por su puesto, derivado de esta propuesta se genera la respectiva crítica y discusión que habrá de dilucidar su viabilidad, y tal  como ha ocurrido en las discusiones recientes  no estará exento de contradicciones y relaciones dialécticas. Todo esto bajo un sistema económico dominante desde hace 500 años, que es el marco referencial del nacimiento de todas las teorías modernas sobre el Estado burgués, y que necesariamente influye sobre las concepciones que se han asumido como liberales (en algunos casos con su respectiva mutación como lo es el Neoliberalismo); con influencia notable en la naturaleza de dichas teorías.

La estructura económica entonces, es la base de este modelo, basado en la propiedad privada de los medios de producción, la mercancía como expresión de todo lo que existe, la libertad de comercio y el libre mercado, así como la maximización de las ganancias y la Plusvalía.

Representa pues, la confrontación del modelo de la acumulación del capital y el poder, y en contracorriente la tesis del poder popular (expresada como socialismo, y en algunos casos comunismo).
En el Estado convencional se plantea la interrelación entre territorio, población y forma de gobierno, que se articula en una estructura o súper organismo con crecimiento, fines y que necesariamente debe auto protegerse. Posee la división del poder público en poderes (generalmente ejecutivo, legislativo y judicial) en distintas escalas (Nacional, Regional. Municipal, Parroquial) donde existen competencias definidas en cada escala, y órganos que asumen dichas competencias.

Es lógico pensar que nuestro actual Estado posee todas esas características, y que efectivamente es el resultado de una interacción entre tiempo y contextos específicos, con una dinámica que conllevó a la construcción de una constitución que heredó algunos de esos argumentos. ¿Es casual entonces que la Constitución nacional pueda albergar elementos liberales que imposibiliten la tesis del Estado Comunal?
Se podría asumir que el Estado Comunal no tiene nada en común con el Estado Burgués, es decir, el Estado como concepto abstracto no existe, por tanto el Estado liberal burgués, no es el Estado por si mismo sino un tipo de Estado. El Estado es un constructo histórico, vinculado a situaciones concretas y tiempo histórico determinados.  

Adicionalmente, surge la constante relación entre el poder constituido (Poder Público y sus instituciones) y el poder constituyente (que definiremos como Poder Popular). En este juego del contrapeso, se balancea la tesis del Estado comunal donde hay manifestaciones del poder constituyente, como el referéndum, las consultas populares, la organización comunitaria y social del pueblo, que no necesariamente tienen como finalidad elaborar una nueva Constitución, ni atentar contra el poder constituido.

La legitimidad de un proceso constituyente reside en la soberanía popular, creadora del poder constituyente, cuyo rasgo es más político que jurídico, al menos en la justificación o idea fundamental de la Constitución Bolivariana.

La comuna se pudiera entender como el epicentro de la transformación social, y en consecuencia del modo de relacionamiento de los colectivos que viven en determinados espacios. La comuna tiene su origen como una forma de organización productiva, que recoge el espíritu del trabajo colectivo para sustentar los bienes, las necesidades y los requerimientos comunes.

Referentes como la comuna de París, los comuneros de nuestro período colonial, la forma de convivencia de nuestros pueblos originarios, las dumas y Soviets de la ex Unión Soviética, la comuna de Chiliying en China, los kibutz (agrupaciones o comunas agrícolas) en Israel, forman parte de esos referentes de experiencias diversas de lo “comunal” (no necesariamente Estados Comunales sino formas de organización comunal).
La ley orgánica de las comunas la define en su artículo 5 de la siguiente manera: Es un espacio socialista que, como entidad  local, es definida por la integración de comunidades vecinas con una memoria histórica compartida, rasgos culturales, usos y costumbres, que se reconocen en el territorio que ocupan y en las actividades productivas que le sirven de sustento, y sobre el cual ejercen los principios de soberanía y participación protagónica como expresión del Poder Popular, en concordancia con un régimen de producción social y el modelo de desarrollo endógeno y sustentable, contemplado en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación.

Esta definición que nos indica la ley sobre lo que es la comuna (jurídicamente hablando) pone de manifiesto que es ella la piedra fundamental del Estado comunal, y que representa una forma de organización que está prevista legalmente. Posee entonces forma, fondo y método. Se basa en el principio de complementariedad del Estado, y de agregación territorial. No en la supresión de competencias a las demás escalas del poder público (nacional, regional y municipal). Cuando aludimos que la delimitación político territorial no delimita el hecho geográfico, nos referimos a poder reconocer espacios geográficos comunes, que a pesar de ser jurídicamente de entidades diferentes comparten características que pueden potenciar la producción.   En los estados Barinas y Mérida existen ejemplos de ello. Poblaciones que al ser de Barinas (típicamente pensamos en llanos), poseen características de pueblos andinos (por estar en las estribaciones montañosas). A pesar de corresponder a una entidad política administrativa determinada, poseen características comunes que se pueden aprovechar para generar un distrito funcional productivo, o una forma de agregación territorial que permita establecer un nexo. Esta tesis fue abordada desde la teoría del reordenamiento territorial, y de la nueva geometría del poder, que coincide con la propuesta de reforma constitucional hecha en 2007.

Ávidamente hemos tenido que desarrollar lecturas referentes a estas experiencias para formar criterios sobre momentos y espacios distintos de esta vertiente para desarrollar este ensayo crítico. Pero ¿Cómo podría coexistir una estructura que plantea la redistribución del poder en las mayorías organizadas sin contradecir o poner en riesgo el Estado convencional?

Esta interrogante surge de la necesidad de definir si, ciertamente es posible dar curso a una organización comunal como sustento de un Estado nacional (por lo que es una contradicción en la perspectiva tradicional de los modelos de Estado). De tal manera que tratar de darle coherencia a un modelo de Estado comunal bajo el tamiz tradicional, sería una compleja situación. No solo por la condición de que los Estados nacionales en su origen tácito correspondes a sectores que se unieron para mantener sus privilegios e intereses, en un momento histórico de descomposición de un modelo de producción feudal, y que luego se amalgamaron en un bloque denominado burguesía que ahora ostentaba no solo el poder económico, sino el poder político también.  De allí surge la estructura ósea del Estado liberal, que naturalmente recoge intereses de la clase dominante, y no de las mayorías.

Ahora bien, desde la perspectiva del Estado Hegeliano Marxista,  el Estado desaparece, es abolido, dando paso a la dictadura del proletariado, generando cambios radicales y profundos tanto en la estructura (económica) y la superestructura (ideológica política), donde la participación popular asume los medios de producción, cambia las relaciones de producción, y conlleva a la instauración del Comunismo (entendido como un estadio superior de conciencia y participación del colectivo en convicción de su igualdad).  Esta condición dentro de la perspectiva del materialismo histórico, supondría entonces el no reconocimiento del término Estado, pues el objeto de la revolución (marxista) es la eliminación del mismo.

Según el jurista Hernán Escarrá, un planteamiento sobre el comunismo, o sobre un socialismo distinto al democrático, conllevaría a sustituir la fórmula política de la Constitución y entonces el poder constituyente tendría que dirimirlo; habría que ir a una convocatoria de una nueva Asamblea Constituyente y que se produzca un debate como dilema.

De tal modo, que conviene definir que la propuesta del Estado comunal en la  perspectiva de la revolución Bolivariana, que implica la condición alterna de una escala de poder, en donde el colectivo participa activamente en las decisiones (y de la praxis del mismo poder)  del Estado, sin que esto signifique el antagonismo con el Estado nacional.  Es una instancia que complementa las competencias, atribuciones y acciones del poder popular, contemplado dentro de las nuevas formas de organización y participación expresadas en el proyecto nacional (Constitución de la República Bolivariana de Venezuela).  Esencialmente, se podría pensar que existen contradicciones jurídicas y de base entre lo que recoge la carta magna, y  el marco jurídico creado para sustentar al Estado Comunal, creando incompatibilidad o interpretaciones ambiguas.

En  tal sentido, podemos citar el artículo 2 de la carta maga define al Estado venezolano como un Estado democrático social de derecho y de justicia, con lo que se vincula con una posibilidad de ejercer en participación democrática la soberanía que reside intransferiblemente en el pueblo, tal y como lo señala el artículo 5.  En tal caso, se abre la posibilidad de abrir  una puerta a la propuesta.
De esta condición además, se desprende el artículo 70 de la constitución el cual  define que  las asambleas de ciudadanos u otras organizaciones y elecciones periódicas, representan la forma en que el pueblo se puede organizar de diferentes formas para ejercer dicha soberanía.  

Quizás el aspecto más discutido en estos momentos de diatriba política, sea que algún sector que no convalida a la revolución Bolivariana exprese que es inconstitucional hablar de Estado comunal.  Y ese debate indudablemente obliga a la revisión del texto fundamental para incluir posibilidades ciertas de conformar ese tipo de Estado. Ciertamente no contempla el término Estado comunal directamente, pero si alude a formas de participación y de organización del colectivo en funciones y ejercicio del poder. Es decir, la transferencia de recursos y competencias desde el Estado (democrático social de derecho y de justicia), para la complementación del mismo Estado (no implica destruirlo o sustituirlo).  La escala del poder público nacional, regional y municipal seguirá teniendo sus competencias propias, que articuladas por el Estado comunal tendrán como intención mejorar las condiciones de vida del soberano. Decimos soberano, entendiendo que el concepto clásico de ciudadano podría ser excluyente (ciudadano=citadino=ciudad), y precisamente la inclusión el principio que se requiere en el Estado Comunal. La organización colectiva en iniciativas productivas, que generen condiciones igualitarias, y coadyuven con el modelo contemplado en el proyecto nacional.

Tal principio de productividad, es la razón de ser de esta forma de organización. Que responde a la necesidad que tiene el colectivo de sustentar su forma y género de vida. Las características de la comuna que están en el modelo de Estado comunal, no implican desaparecer iniciativas privadas, sino como al igual que la ley del régimen económico comunal, reconocen otras formas de propiedad tales como la propiedad mixta, la propiedad comunal, la propiedad social e incluso la propiedad privada. Ocurre el mismo planteamiento como en el caso de no eliminar el Estado nacional (agregación y  complementariedad).

Ciertamente existen algunas consideraciones que hacer con respecto a la forma del Estado comunal. Superado el problema de la organización y de la propiedad de los medios de producción, la discusión radica en cómo acercar el poder efectivamente al colectivo, sin que esto le reste competencia a las gobernaciones, alcaldías o incluso el mismo Estado nacional. Para ello se requiere un proceso de formación y de divulgación del alcance de esta propuesta. Significa que el colectivo debe apropiarse de la forma jurídica también, que debe entender perfectamente de que es una forma de participación. Y esencialmente hacer calar la propuesta en sectores del poder público nacional (que aún tienen posiciones reaccionarias). Quizás por cuestiones de parcelas de poder, o de simple desconocimiento de la norma.

Con el impulso de la conformación de comunas, lo que se quiere es avanzar sobre la organización estructural del modelo. Pero aún aupando la forma legal, hace falta más conciencia de lo que esto impactaría la realidad inmediata del colectivo. Como sería el alcance de esta forma de organización, y como se beneficiaría la mayoría de quienes participen en la resolución conjunta de necesidades. Esta etapa de divulgación a nuestro criterio ha sido insuficiente. Los resultados de la jornada de registro de las comunas, que se adelantó recientemente, reflejan que hay una intencionalidad  en el colectivo de hacer posible la comuna. Pero en todo caso existen limitantes, pues no se ha producido esa explosión del Poder Popular que es necesaria en la conformación del Estado comunal. Se han hechos avances significativos, se ha impulsado la viabilidad del proyecto, pero aún requiere tiempo para que las mayorías se apropien y que asuman la conducción de este proceso.

La síntesis entre el poder constituido y el poder constituyente, sería la definición del Estado comunal en la perspectiva que se está planteando en Venezuela.  Con la relación, interdependencia, complementariedad entre el Estado social de derecho y de justicia y el Estado comunal.

Las relaciones de esta nueva forma de participación, conllevan a la activación de la conciencia, y del reconocimiento de que la participación es el camino para sumir el poder popular.
La sentencia del comandante Chávez “comuna o nada”, debe estar orientada a masificar esfuerzos porque esta tesis se entienda, se asuma y se digiera en los sectores populares, las mayorías, los colectivos. Depende del entendimiento y de la delimitación clara de su rango de acción, que efectivamente se lleve a concretar. El desconocimiento de la viabilidad del Estado comunal ha generado  una especie de inercia, que efectivamente no ha logrado desaparecer.

En conclusión, el éxito del poder popular y la construcción del Estado comunal, dependen de los esfuerzos para formar al colectivo. 

domingo, 2 de marzo de 2014



ENFOQUE DIALÉCTICO
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El Ejército de Ocupación Cultural:
De la guerra de 4ta Generación a la Guarimba.

Por: Willmer Chang (*)


 Los acontecimientos recientes en nuestro país, nos hacen reflexionar sobre la penetración cultural y los mecanismos de dominación mundial que cada vez son más refinados. El efecto tóxico de pseudo ideologías, la alienación hacía el proyecto nacional, el poderío de la guerra psicológica, la guerra de los medios, y la evidente pérdida de la identidad patriótica quedaron en evidencia con las acciones violentas de algunos sectores de la derecha.

La guerra de implantación cultural está en su máximo clímax. Las incesantes jornadas de bombardeo mediático en contra del proyecto Bolivariano, han engendrado una generación completa de “soldados alienados opositores” dispuestos a vender a su país, solo por el simple hecho de no contar con argumentos válidos en el campo político, y un proyecto viable para sus aspiraciones de clase antes dominante, y que tiene repercusión en los subsiguientes escalones de la estructura social que defienden, es decir la llamada “clase media”. Clase que por cierto en ese esquema jerárquico de la sociedad capitalista está llamada a ser un “engendro”, pues no son realmente dueños del poder económico, sueñan con aspirar al control de los medios de producción,  reproducir algunas conductas de sus “amos” o “jefes”, y que desdicen y odian a las “clases inferiores” o el llamado “lumpen” o clases populares en nuestro argot revolucionario. Adicionalmente, se ejerce una especie de “endoracismo” que desprecia profundamente al adversario político, y se encaminan entonces al camino de las acciones violentas como “la salida” natural en contra del gobierno legítimamente constituido.

Esto se remonta al mismo momento en que la Revolución Bolivariana llega al poder. Sus antecedentes inmediatos están en los sucesos de abril del 2002 con el golpe de Estado mediático y petrolero, en las subsiguientes guarimbas de los sectores acaudalados del 2007, y de la incesante guerra de desprestigio en contra del gobierno nacional, que encuentra en los medios un canal efectivo para distorsionar la verdad y el curso de los acontecimientos. Esto se repite en el escenario actual, con algunas variantes, ero los medios son sin duda parte del arsenal para esta conspiración.

Si, otra vez los medios de comunicación. Pero esta vez, a ultranza de agotar el mismo guión de muerte, mentiras, manipulación y desgaste de la realidad incorporan elementos tecnológicos con los que no contaban en los ataques del 2002. Las llamadas “redes sociales”, que pueden colocar una mentira en “segundos” a escala planetaria con la subsiguiente repetición inmediata, sin ningún tipo de miramiento o indicios de querer corroborar estas informaciones. La guerra comunicacional es una realidad. Otra vez nos tomó por sorpresa, y efectivamente (debemos decirlo) nos ha arropado con una furia para la cual no estábamos preparados. En el escenario de confrontación de la actualidad, esa guerra de 4ta generación ha aumentado el número de efectivos antipatriotas en nuestro propio territorio. Es un ejército de ocupación, que a nuestro juicio no es silencioso. Se escuda en la supuesta condición de luchar por la “libertad” para maximizar las mentiras y ataques contra el Estado. Se regocija de manipular situaciones y hechos a favor de los sectores que representan solo intereses de clase dominante, y logran permear incluso a los sectores populares que poco o nada comparten con los convocantes de la “alta alcurnia”. Y reiteramos, no son silenciosos, pues con semejante uso de las tecnologías de comunicación e información generan contextos irreales, subjetivos, y difamatorios que afectan la estabilidad de toda la patria.

Pero ¿Quiénes son los que ostentan el poder de utilizar a la tecnología de las redes sociales y medios tradicionales de comunicación para desestabilizar? Conviene ejercer un ejercicio de razonamiento para la respuesta a esta interrogante. El uso de la tecnología celular, y especialmente de los “SMART PHONES”, o teléfonos inteligentes ha crecido exponencialmente en nuestro país. Paradójicamente los sectores de la “clase media” y “clase media alta” son las que han tenido más acceso a esta clase de tecnologías. Suponemos que no debe ser tan “terrible” esta dictadura para que hayan podido acceder a estos juguetes de avanzada tecnología, y que el “régimen” no ha estado tan equivocado en su política económica, ya que en otros países esta clase de servicios representan un verdadero lujo, y no está a disponibilidad de toda la población.

Es sorprendente ver, oír, leer las inmensas cantidades de mensajes directos (ya no son subliminales) que día y noche se enfilan contra el gobierno nacional, sin mayor miramiento que los beneficios que a su causa les proporcionarán. Con pasmoso asombro observamos que van dirigidos a un determinado público joven, que a usanza de soldados virtuales, repiten y redifusionan estos tóxicos mísiles contra su misma patria.

Se vincula este ejército de ocupación con una parte (quizás no la mayoritaria) de las universidades privadas, algunas autónomas, y aunque Ud. lo ponga en discusión de algunas universidades públicas e hijas del proceso revolucionario. Afectan por efecto de avalancha a incautos estudiantes, que pretenden hacer cambios políticos solo usando el teclado y una imagen. Abundan los “luchadores de la libertad” en mensajes de texto, videos en las redes, conversaciones por Zello, twuiters, mensajes de Facebook entre otros medios. Esto no sería tan grave si los mensajes que difunden no constituyeran apologías al delito, a la xenofobia, al odio racial, al fascismo y a la violencia generalizada. De estos llamados “espontáneos” ya hay víctimas. De estos mensajes de este ejército de ocupación cultural existen daños materiales incontables. Y lo que más preocupa, es que incluso llegan a pedir la intervención internacional para eliminar el gobierno. Un ejercicio de poca claridad patriótica, sustentado solo en la ambición de poder de algunos grupos dominantes  para los cuales trabajan sin conciencia alguna.

Este mecanismo de manipulación de la verdad, implantación cultural e ideológica corresponden a años de praxis en las filas del mundo globalizado, y en nuestro país encontraron una acogida sin precedente en los sectores de la llamada “clase media” y “clase media alta”, que no aceptan el proceso revolucionario, y que so pena de haber sido atendidos y beneficiados por la revolución actúan en su contra, más por una cuestión de moda (evidentemente inducida) y de estatus ante el perverso sistema capitalista, y su forma de expresión en los países que el sistema requiere para su sostenimiento.

Se convierten en individuos que no responden a una lógica política nacional, y que solo se ven interesados en satisfacer sus intereses. Apelan a un exasperante discurso de Antipolítica para acceder por medios políticos al poder. Una verdadera contradicción y aberración. Integran este ejercito miles de estudiantes incautos, de mediana edad, que solo han visto una realidad ficticia de su entorno clasista y modificado, más bien acomodaticio de lo que es el país. Representan al élite de vanguardia del ejercito de ocupación cultural, pues no se reconocen a si mismos como miembros de la patria grande, ni comparten la esencia cultural de nuestros pueblos. Adoran el sistema civilizatorio del “norte desarrollado”, y se vinculan muy estrechamente con su forma de vestir, de actuar, de hablar, de sentir. Es una verdadera pérdida de lo que significa el “ser”. Y esto no ha ocurrido de la noche a la mañana. Han sido penetrados por lo menos por dos décadas de bombardeo constante, a través de millones de horas de programación de televisión, uso de la Internet,  la plataforma de penetración del cine estadounidense y europeo, y del reciente uso de las redes sociales.

Esto debería representar una amenaza para el Estado y su seguridad. Pues por condición legal, estos individuos viven en nuestro territorio, pero atentan desde dentro en su contra.

Han visto  frustradas sus posibilidades de ganar elecciones, y acuden al escenario de las redes para ejercer “su valentía”, influenciados por los bajos y oscuros intereses de poderes transnacionales e imperiales.

Esta clase de soldados no razonan. Solo acuden al campo de batalla por el influjo de las órdenes del sistema tradicional. No cuestionan. No investigan. No se hacen preguntas. Transgreden el marco legal sobre la materia, y generan condiciones para su violación. Solo accionan sus armas sin preguntarse si eso tendrá consecuencias para su país o su nivel de vida. No están concientes de la magnitud del daño que les han hecho, y que consecuentemente ellos repiten con la actitud autómata.

Los llamados a la violencia, a la desestabilización, el no reconocimiento al Estado social de derecho y de justicia, de las instituciones, del marco jurídico, y de toda la estabilidad política dejan como resultado una situación absolutamente innecesaria de tensión interna, que se magnifica con el apoyo de los poderes foráneos interesados en la caída del gobierno del presidente Maduro. Estas acciones representan planes desarrollados, tutelados, financiados y ejecutados por factores de muerte y ambición desmedida. Los auspicios del Imperialismo estadounidense através de sus fundaciones fachadas, la incorporación del paramilitarismo colombiano en detrimento de la soberanía venezolana, y las contradicciones que presentan las masas alienadas de opositores furibundos sin mayor argumento o causa justificada que un golpe de Estado, han perpetrado esta situación que cobra la vida de venezolanos, altera la paz y el esfuerzo del gobierno nacional por conquistarla, y dan cuenta del poderoso aparato de dominación cultural de masas que encuentra en las grandes empresas privadas de  comunicación y la tecnología las vías para acometer sus objetivos.

Deducimos que la posición de artistas del espectáculo (nacidos en esta tierra y foráneos), cantantes actores y actrices también es parte de la concertación para acabar con la Revolución Bolivariana. Estos sectores están comprometidos con una potencia imperialista, que defiende su posición de poder a través de la influencia del cine y la música. Esto es una caja de resonancia para los mensajes que el imperialismo necesita reproducir en las mentes incautas de las filas del ejército de ocupación, pues sus mentes ya están ganadas a esta causa.  El efecto discursivo aparentemente inocuo de estos artistas (algunos de los cuales no opinan sobre la realidad de sus países de “origen”, pero si de Venezuela) ha potenciado el escenario de confrontación, y les da una dosis de “morfina” a los sectores comprometidos en el golpe de estado continuado en nuestro país.

Esto no es ficción ni paranoia. Es un evidente campo de batalla virtual que cada vez cobra más víctimas. Y urge una política de Estado para evitar esta clase de penetración.

Cabe preguntarse entonces ¿Cuál es el futuro inmediato si el Estado no reacciona contra este ejército de ocupación cultural? ¿Podrá subsistir la Revolución Bolivariana en el tiempo si hace caso omiso a este ejército de ocupación?

Debemos entender este contexto del ejército de ocupación cultural para buscar las herramientas correctas, y tratar de frenar el daño que le propician a nuestro sistema político y participativo, y más allá a nuestra patria. De lo contrario estaremos cediendo terreno para la implosión desde nuestras entrañas, y acometiendo un error táctico en la lucha por la construcción de la suprema felicidad social.


¡INDEPENDENCIA O NADA!
(*) Docente revolucionario e investigador social.