domingo, 3 de marzo de 2013




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ENFOQUE DIALÉCTICO

Poder Popular y Socialismo. “Sociedad Civil” y Capitalismo.

Por: Willmer Chang (*)
                                                    viperchang@hotmail.com
                                       http://vanguardiasocialista92.blogspot.com/

En  el curso del entendimiento dialéctico de las sociedades, Karl Marx planteó a la historia como Lucha de Clases. Supone esta lucha, una constante contradicción y relación de dos sectores que aparentemente son antagónicos, en un determinado esquema social o en un Estado nacional. Las relaciones están determinadas según el papel que desempeña cada clase en algo que se ha denominado proceso productivo. Las relaciones entre la clase dominante (Burguesía) y las clases dominadas (Proletariado) representan esos dos sectores, estamentos o “clases” que la perspectiva marxista señala en su Materialismo Histórico. De tal manera que las clases están en eterno conflicto por el poder. Los burgueses por mantener su control histórico heredado (en el caso de Venezuela desde la sociedad colonial) sobre los medios de producción, mantener al proletariado en condiciones de explotación y sumisión, controlar las ganancias, apropiarse  de la plusvalía derivada del proceso productivo, gestionar las prebendas necesarias en un Estado que les sea cómplice y favorable,  y de imponer su visión sobre lo que debe ser el pacto social. Los proletarios por otro lado, participan del conflicto por obtener las condiciones sociales necesarias para la dignificación de su papel productivo, la reivindicación de la propiedad equitativa de los medios de producción, la supresión de la explotación del hombre por el hombre, y la conquista de un modelo que les permita profundizar la condición humana. Dicho de otra manera, la lucha de clases planteada por Marx no es más que la lucha de dos sistemas, que a nuestro juicio en la República Bolivariana de Venezuela son el Socialismo, bandera izada por los sectores revolucionarios, que hemos definido como proletarios, campesinos, obreros, que para efectos prácticos reconocemos como el  Poder Popular; y el Capitalismo defendido desde una posición abyecta por las élites económicas y burguesas del otrora pacto bipartidista y sus aliados. La burguesía se ha organizado en un eufemismo denominado “Sociedad Civil”, que es la forma de distanciarse de los procesos de cambios radicales que se desarrollan en nuestro país, y que incluye a los antiguos actores del Estado liberal burgués que dominaban en un pasado no muy lejano, y que lo representaban Fedecamaras, la C.T.V, la iglesia, la Banca privada, los medios de comunicación, los partidos tradicionales y sus derivados nacidos en la coyuntura política actual, los empresarios y las corporaciones.  Ambas clases manejan códigos distintos del hecho productivo, y sobre todo del modelo estructural de la sociedad. La burguesía capitalista desprecia profundamente al común de la población esencialmente mestiza de origen. Evita con cualquier medio las aspiraciones de lucha y conquista por la justicia e igualdad de los desposeídos. Desprecia esta “Sociedad Civil” los logros que ha obtenido el Poder Popular  por la aplicación de una democracia participativa y protagónica. Su condición de organización sistemática y progresiva ha desarrollado una conciencia política de lo que significa su papel en la sociedad, el proceso revolucionario y su continuidad. Es fácil suponer que la burguesía dominante esté desesperada por recuperar su condición hegemónica. La Revolución Bolivariana ha trastocado los intereses de esta clase parasitaria y arribista, acostumbrada a explotar de la manera más canalla a las grandes mayorías para su propio beneficio, y que es la responsable del drama humano de la pobreza, la desigualdad y la dependencia expresada en años de dominio político y económico. Cabe suponer que este odio arraigado de la burguesía sea expresado en rechazo a cualquier iniciativa que involucre al Poder Popular organizado. Es un fenómeno recurrente (y a veces alarmante), ver como se expresan de los planes y programas del gobierno bolivariano, como de manera automática juzgan cada paso, cada resolución, cada determinada acción contendiente a favorecer a las mayorías. En el Socialismo Bolivariano del siglo XXI nos planteamos códigos como: revolución, lo dinámico, justicia social, colectividad, complementariedad, ser social, la realidad, la soberanía e independencia, la construcción colectiva, la propiedad social, el fortalecimiento del Estado, la productividad, los valores nacionales, la inclusión,  la identidad propia, la humanidad, la solidaridad, la integración entre los pueblos hermanos. Esos códigos han sido aprehendidos por el colectivo, por el Poder Popular, y es la clave del éxito de la gestión del presidente Chávez que ha logrado masificar el entendimiento de estos valores.  Mientras el modelo de la Sociedad Civil plantea: el individualismo, los antivalores, el mercado, la propiedad privada, lo estético, la especulación, la sociedad industrial, el consumismo, lo estático, lo banal, la dependencia, la obediencia, el libertinaje, la dominación, la exclusión,  la Globalización, y de allí derivan sus continuas derrotas en el campo político que los alejan de la realidad de una Venezuela cambiante y dinámica que no se conforma solo con obedecer pasivamente. La incapacidad de esta llamada “Sociedad Civil” en decodificar esta realidad es por decir lo menos, su espada de Damocles. No comprenden las dimensiones del cambio, y mucho menos de la capacidad del pueblo (Proletariado o Poder Popular) en su estallido creador y revolucionario, inspirados por una sociedad de mayor rasgo humano. El avance y logro de este nuevo esquema de sociedad en Venezuela, es la esperanza de conformar un mundo más justo. Las sociedades suramericanas están esperando los logros de este novedoso modelo político para ser adoptado y seguido. He allí las relaciones y contradicciones de este momento histórico, y de sus ampliadas consecuencias para los llamados a ser los protagonistas de esta nueva historia. Sin ánimo de parecer chovinista, es el momento de concretar la segunda independencia. Batalla, lucha y victoria. Rodilla en tierra. Vista al horizonte del nuevo Estado.




¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos!


(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.


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