sábado, 27 de abril de 2013




ENFOQUE DIALÉCTICO
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Dueño del medio: dueño del mensaje.

Por: Willmer Chang (*)


La guerra de baja intensidad es una de las tácticas psicológicas diseñadas para ejercer el control de las mentes de quienes vivimos en la sociedad del siglo XXI. Esta práctica consiste en el manejo, distorsión o apropiación de los mensajes que se emanan desde los medios comunicativos, y por ende su efecto sobre la población cautiva. Con el avance tecnológico de la última década en materia de telecomunicaciones, este mecanismo se ha puesto en condiciones inimaginables en velocidad, efectividad y asertividad. El problema estriba en que esa parafernalia mediática responde a la lógica del Capital, y a las élites que manejan los emporios comunicacionales del mundo, y sus apéndices en los países que conforman el concierto internacional.

La guerra mediática ha traspasado la frontera de la ética y los valores. Ha conformado una perversa forma de alienar a  millones de seres humanos.  Desde las corporaciones internacionales de la comunicación e información se trazan las matrices de opinión que el mundo ha de recibir diariamente, y que por fuerza de la repetición e intensidad de estás, a veces traspasan el verdadero hecho o noticia. Joseph Goebbels, quien fungiera como ministro de propaganda de la Alemania Nazi afirmaba: “una mentira repetida mil veces, se convierte en una verdad”.  Parece que es una de las máximas de este complejo empresarial de los medios, que no escatiman esfuerzos hasta propagar de manera efervescente sus intereses y necesidades utilizando para ello toda la estructura. Desde el terrorismo, la intriga, las medias verdades o las “informaciones no confirmadas”, se ejecuta con alevosía y perversión, la bastarda tarea de conquistar las mentes (nuevo teatro de operaciones de la guerra del siglo XXI) en condiciones de desventaja para el infortunado espectador común que ignora la verdadera dimensión de esta clase de operaciones.

Cabe preguntarse, si los medios de comunicación son parte de las grandes corporaciones transnacionales, y si estas corporaciones son política e ideológicamente contrarias a los
Estados nacionales progresistas o revolucionarios, ¿Cuál será el tratamiento de los mensajes que abordarán? ¿Cuáles serán los códigos que divulgaran? ¿Qué clase de legitimidad pueden tener frente a los intereses de las élites y las corporaciones?

Es en ese escenario donde se conjugan la lógica del capital, sus leyes y los propios intereses de las corporaciones mediáticas. Apoyados en los avances tecnológicos, y la capacidad de difusión, esos mensajes pueden incluso alterar el pensamiento o percepción colectiva. Por eso es que en el ámbito político, los Estados nacionales encuentran barreras en la mediática internacional y local.

En la República Bolivariana de Venezuela, no escapamos a esa amarga realidad. Hemos sido testigos de excepción de lo que el poder de los medios y sus intereses pueden hacer a un gobierno constituido. Desde el ascenso al poder del comandante supremo Hugo Chávez, la población ha sido sometida al bombardeo inclemente en materia comunicacional. La orientación revolucionaria del gobierno bolivariano, en todas sus etapas y trayectos, ha sido satanizada o vilipendiada. Son chocantes y sorprendentes las muestras de las operaciones psicológicas desarrolladas sobre nuestra población. En la década final de los años 90 enfilaron los cañones contra la constituyente, propuesta del presidente Chávez para realizar en colectivo una nueva carta magna adaptada a los nuevos tiempos. Se especuló con una acción envolvente (radio, prensa, televisión) el carácter “dictador” de esa acción política.

Se aterrorizó con una “cubanización castrocomunista” y una dictadura “militarizada”, con la “expropiación de bienes (y hasta de la patria potestad de los hijos) en un escenario de polarización política, en donde las élites económicas burguesas y los partidos tradicionales vieron afectados sus intereses y privilegios. Luego atacaron desde la trinchera del golpe mediático en los hechos de Abril del 2002, dando una muestra del poder de los medios para imponer condiciones políticas, utilizando el carácter reproductivo de las mentiras y medias verdades. Continuaron en diciembre de 2002, con un paro petrolero infausto,  escoltado con miles de horas de transmisión de partes de guerra de la oposición,  y a su vez de las carencias y penurias ocasionadas por tal hecho.

Los hechos de la plaza Altamira con un show mediático llevado a cabo por los mismos conspiradores pertenecientes a un sector del generalato golpista, ya comprometido desde abril del 2002. Las constantes “ollas mediáticas” en contra de las acciones del gobierno, hasta objetar todo logro o beneficio. Las campañas de odio en contra de una parte de la población,  por ser el más numeroso y popular de los estamentos. El descrédito de todas las misiones y planes del gobierno revolucionario. Y más recientemente las posturas antipaz adoptadas para apoyar al perdedor candidato Enrique Capriles en las elecciones del 14 de abril de 2013, haciendo llamados en vivo y directo a desconocer autoridades y propiciar el caos y la confrontación. Todo esto es una apología al delito. Y con sobrada razón, es parte de la desconfianza de muchos sobre el entramado mediático, su inexistente ética, y la evidente conexión con intereses transnacionales y burgueses que nada tienen que ver con el concepto de “patria”.

Los dueños de los medios son dueños de los mensajes que son transmitidos. No se piensa en el interés común. Solo se busca obtener intereses propios y que produzcan ganancias. Y lógicamente, la población desprevenida e incauta solo puede “aceptar” como verdad este mecanismo de implantación. Tras años de exposición ante este hecho, ya es posible ver resultados en parte de la población. Llegan a desarrollar posturas políticas inducidas por los medios, que se abrogan la vanguardia del movimiento opositor. En otras entregas hemos disertado acerca de que si lo que recibimos es información o propaganda (y en muchos casos propaganda de guerra y confrontación), y la duda esta justificada. Si el mensaje a transmitir se masifica en función de una sesgada perspectiva, el receptor no tiene mucha oportunidad de generar una postura crítica. Es allí donde el proceso de alienación se lleva a cabo. Pero si esto es acompañado por una buena dosis de odio, confrontación, racismo, xenofobia, y desprecio, se convierte en un arma psicológica  muy poderosa. Es tan poderosa en sí misma, que ha logrado llegar a sectores que antes apoyaban la revolución. Ha logrado invertir esa concepción ortodoxa de lucha de clases, y confundir a sectores de importancia en el estrato más humilde. Y en los sectores que han apoyado históricamente al oposicionismo, ha arraigado el desprecio hacia todo lo que tenga que ver con la revolución bolivariana. No podemos aceptar que el terrorismo mediático se incube en nuestra sociedad. Los efectos nocivos de la irresponsable actitud de los dueños de medios de comunicación, ya han cobrado muchas víctimas. Y su continuidad, podrían desencadenar un estado de conmoción y desinformación tal, que sea inviable la acción del Estado. Los hechos del 15 de abril, luego del conocimiento de los resultados electorales, no hacen sino avalar el planteamiento de guerra mediática. Y esta guerra es sin cuartel. El bombardeo seguirá en función de apoderarse de la verdad, y de la necesidad de crear zozobra y desánimo en la población en general.

Debemos acudir de manera inmediata a la formación de nuestra población, contrarrestando con información veraz y oportuna en los medios del SIBCI, comunitarios, y el mismo poder popular. A cada conspiración se debe salir al paso inmediatamente, aclarando con argumentos claros y precisos. Se debe empezar a ejercer contundentemente la ley de responsabilidad social en radio y televisión, precisando responsabilidades para que sean aplicados los referentes correctivos. En la trinchera de las redes sociales, debemos pensar en la posibilidad de regular los contenidos y afirmaciones que se realizan, pues sociológicamente impactan de manera muy profunda a nuestra sociedad. Es una repetición de mensajes,  dirigidos en  muchos casos con la intención de descrédito o de generar a una matriz de opinión sesgada. Con pasmosa angustia observamos esos mensajes correr libremente en estas redes sociales, sin que se pueda detener su avance tóxico y malsano.

Este es un necesario reconocimiento al poder mediático. No se puede obviar en la dirección política militar el efecto demoledor de este hecho, ya que ha afectado reiterativamente el avance y consolidación del proceso revolucionario. Reafirmamos la tesis de una necesaria revisión de las contramedidas, las acciones, herramientas y ofensivas comunicacionales. Del fortalecimiento de nuestra capacidad para reaccionar tempranamente ante las amenazas mediáticas, radica el éxito y avance a una sociedad que no confunda la desinformación con verdad, y será un aporte más a la concientización de la población revolucionaria.





Chávez Vive, la lucha sigue.

¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos!


(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.

viernes, 19 de abril de 2013





ENFOQUE DIALÉCTICO
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Revolución Profunda, Ética y Socialista Presidente Maduro.

Por: Willmer Chang (*)

Una vez más, la mayoría del pueblo venezolano, en ocasión del proceso electoral del 14 de abril de este año avaló la propuesta del socialismo como sistema político y económico de la Venezuela Bolivariana. Tiene el apoyo de la mayoría que cree en la revolución presidente Maduro. Y necesitamos ayudarle a Ud. en la profunda revisión de los hechos para fortalecer al proceso histórico que vivimos. Es la intención de estas humildes reflexiones, que son para enriquecer la perspectiva y las estrategias a seguir por parte de la dirección político militar de la revolución.

Esta ratificación por parte del pueblo es la muestra del apego a los cambios que se vienen desarrollando desde hace 14 años, gracias al proceso revolucionario. El comandante supremo Hugo Chávez desarrolló una propuesta de país con una visión de inclusión y de justicia social. De igual manera en el aspecto programático el Proyecto Nacional Simón Bolívar I (2013-2019) esboza los lineamientos estratégicos que debe abordar la república para la transición al socialismo. Esta visión es continuada en la propuesta de la patria 2013-2019 en sus cinco objetivos históricos, necesarios para profundizar la revolución socialista iniciada por el gigante.

Esta condición es necesaria para entender cual es el camino. ¡Independencia o nada! Aseguraba nuestro padre eterno Libertador, y recogido magistralmente por el comandante eterno. Nosotros ahora con el camino señalado por el mismo aclamamos ¡Revolución o nada! Pues representa el grito de los millones de militantes que le dimos el respaldo a Ud. presidente Nicolás Maduro. La revolución supone cambios radicales y profundos. La revolución propicia una conciencia ideológica y política de la mano con el proyecto de país, y requiere de una dirigencia con los más altos valores de entrega, sacrificio, transparencia, eficiencia y claridad revolucionaria. No es menos conocido que el resultado electoral de las pasadas elecciones se vio afectado por algunos eventos de ineficiencia y corrupción, que lejos de sumar y tributar en la causa revolucionaria, alejaron el voto de un importante sector de los electores. Esto no se puede ocultar, silenciar o minimizar. Las bases del pueblo militante, bolivariano, revolucionario y chavista exigen que el legado de entrega y sacrificio de nuestro máximo líder sea honrado.  Existe una actitud reaccionaria en algunos funcionarios de los sectores altos y medios del gobierno para dar paso al verdadero Estado revolucionario.

 Nuestro Estado aún es lamentablemente, un Estado liberal burgués plagado de contradicciones, de situaciones irregulares, de personajes antirrevolucionarios, de oportunistas, de arribistas y de gente que no comulga con la verdadera necesidad de cambios. Es vital para el proceso revolucionario que sea depurado en su totalidad el conjunto de personas que tienen responsabilidad de Estado y gobierno, y darle paso a la construcción del verdadero Poder popular y Estado Comunal que nos ha dejado como lineamiento el comandante Chávez. En la ineficiencia, indolencia y corruptela de los agentes que se hacen llamar “revolucionarios” está parte de la responsabilidad de la migración de votos a la derecha.

Con todo respeto exigimos presidente Nicolás Maduro, se revise la realidad de los cuadros de dirigentes que han mancillado a nuestro pueblo, y permitieron con su ineficacia y actitud de retraso que este proceso histórico haya podido dar avances más significativos. No nos podemos excusar en la impunidad. Es menester de todo revolucionario hacer cumplir la ley, los estatutos éticos y morales, y el pleno ejercicio de las funciones a favor del colectivo. Aquí deben acabarse las cuotas de poder, el amiguismo, el funcionario de espalda a la conciencia revolucionaria, y los constantes saboteos al trabajo duro por la patria.

No escribimos estas líneas con ánimo solo de criticar, pues hemos entendido necesaria la postulación de soluciones y de mecanismo de aporte al proceso revolucionario. A parte de la misión eficiencia o nada, debemos rescatar esa idea originaria de principios de la revolución de hacer oficinas de atención ciudadana y reclamos en todas las dependencias e instituciones públicas. Un mecanismo que sea de dominio público y con competencia para recibir todas las quejas, irregularidades, denuncias y expresión del pueblo en relación con la actuación de los que le dan la cara al ciudadano por la revolución, y que a veces son los responsables con su ineficiencia y práctica de burocratismo del alejamiento de nuestro pueblo o de su frustración ante una necesidad. 

Este mecanismo debe también tener la capacidad de interrelacionarse con el poder popular para hacer seguimiento y control de obras, medidas, misiones y labores corrientes en la administración pública. Hay que ser implacables en la aplicación de sanciones a quienes traicionan como funcionarios al pueblo venezolano. No podemos permitir más omisiones, errores o tergiversaciones en este sentido. Se deben hacer castigos ejemplarizantes, y que acarreen responsabilidades penales (no solo políticas, administrativas  o morales). El capitalismo ha sembrado el egoísmo, la ambición, el individualismo como antivalores, que se han inoculado de manera directa a través de los medios de comunicación masivos. Distorsionada la entrega y sacrificio de los servidores públicos se convierten en entes que solo se preocupan por sus intereses y abandonan su razón fundamental: servir al pueblo.

Quién no trabaja en función de servidor público y con apego a la ley, no puede ser parte del Estado. Quién no se sienta profundamente identificado con el proceso revolucionario no puede estar en funciones de gobierno. Quién no se sienta orgullosamente “Chavista” no puede dar el empuje necesario en sus funciones y termina por apagar el fuego sagrado encendido en estos últimos años de revolución. El tema de los vividores y seudo revolucionarios debe tener una respuesta contundente en esta etapa de la revolución.

Pudiéramos dar fe anecdótica de las veces que hemos sido afectados por la burocracia insensible y el no cumplimiento de la ley. Pudiéramos hacer una red de compatriotas con casos de afectaciones por este cáncer que retrasa la revolución socialista. Pero preferimos apostar por la rectificación, profundización y radicalización del verdadero carácter revolucionario. Nos sumamos a las  misiones y mecanismos anunciados, y apoyamos de manera irrestricta el cumplimiento del programa de la patria en su segundo objetivo histórico de construir el socialismo bolivariano. Verdaderamente creemos en la necesidad de  comenzar a discutir el proceso de transición del modelo rentístico petrolero a un modelo productivo diversificado. De la necesidad de empoderar al pueblo, y dar paso al Estado comunal, en una transformación profunda del funcionamiento de las instituciones y su espectro social. Del enorme problema que representa el bombardeo mediático de antivalores y la sociedad de consumo, que solo propicia la reproducción del sistema capitalista aún en nuestro mismo Estado. De las enormes contradicciones existentes en el ámbito espacial y geográfico producto de la segregación y la aplicación de modelos civilizatorios dominados por el mercado y sus leyes. Debemos reforzar la orientación del sistema educativo en todas sus modalidades, pues es evidente que necesitamos procesos de formación coherentes con el proyecto de país, y cónsonos con la transición hacía el socialismo. En materia de conciencia revolucionaria, debemos ser más audaces para fortalecer la comprensión de los valores de la revolución, del verdadero espíritu nacional que estamos impulsando. Hay que fortalecer al sector docente, responsable de la formación y de la divulgación de los esfuerzos del Estado, y su consecuente impacto en el cambio de la vida de todas y todos.

La conciencia revolucionaria debe ser una corriente creadora y digna de ejemplo, que inspire a nuestros estudiantes, que se vean reflejadas sus esperanzas en docentes, maestros, instructores y profesores que verdaderamente profesen que aman y sienten este proceso revolucionario. No se puede defender lo que no se conoce o lo que no se siente. Por eso el fervor socialista debe ser una consumada característica de quienes tenemos la responsabilidad de colaborar con el futuro de la patria. Y para eso necesitamos todo el apoyo del Estado, de quienes llevamos adelante la revolución educativa. Debo confesar que a veces en este medio, los militantes bolivarianos que queremos impulsar los cambios somos perseguidos y acorralados, gracias a la existencia de sectores antirrevolucionarios en nuestras instituciones educativas.  Hay que abrir las puertas a novedosas formas de participación, y a los aportes que surgen de nuestras filas sin tanto acto burocrático. Esas acciones fortalecerían nuestra actuación a favor de la revolución. Pero es más fácil decirlo que hacerlo, pues a veces nuestras voces son acalladas o silenciadas, y nuestras propuestas obviadas y desechadas.

 Es una verdadera preocupación el no contar con el trabajo y aporte de un sector de las instituciones educativas (desde la educación inicial, secundaria y universitaria) para trabajar en función de la construcción del nuevo modelo de justicia e inclusión social. no podemos permitir más antipatria y posturas acomodadas que benefician solo a unas élites o minorías.

El principio de corresponsabilidad de nuestra constitución bolivariana nos conlleva a las acciones revolucionarias más allá del formalismo. Vamos a conformar colectivos de formación ideológica en cada ente del Estado. Nos atreveríamos a sugerir una escuela nacional de la administración pública revolucionaria, donde se formen todos los que hacen vida en el gobierno (en todos sus niveles). Y que esta escuela de formación de la administración pública pueda gestionar el carácter necesario de los valores y conciencia revolucionaria.  Abogamos por la aplicación de profundos cambios en la estructura del Estado, que de paso a la fusión mágica del poder popular y el poder constituido.

Estas ideas, sugerencias y reflexiones las hacemos con el más ferviente deseo de avanzar hacia el sueño del socialismo. De una patria que adoptó la revolución pacífica como camino a la resolución de sus males. Y con la plena convicción de que de parte de la presidencia de la república tendremos eco y la posibilidad de exponer nuestros proyectos, planteamientos y contribuciones a la causa militante revolucionaria.






Chávez Vive, la lucha sigue.
¡Revolución por siempre!

¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos!


(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.

viernes, 12 de abril de 2013



ENFOQUE DIALÉCTICO
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El Pensamiento de Chávez, Conciencia de Clase e Identidad Nacional.

Por: Willmer Chang (*)

“La inocencia no mata al pueblo pero tampoco lo salva, lo salvará su conciencia y en eso me ha puesto el Alma”.
Alí Primera.
                                                                      

En los albores de la Revolución Bolivariana, las huellas profundas del pensamiento humanista del comandante supremo se amalgaman con la práctica de la justicia y de la igualdad en los más necesitados.

La capacidad de descifrar el momento histórico, su correlación con el proceso político interno,  el contexto mundial del sistema Capitalista, la extraordinaria carga de patriotismo y nacionalismo, el profundo conocimiento del sentir venezolano, de su gente, de sus costumbres, de su cultura, la necesidad de conformar una identidad con raíces autóctonas, el proyecto bolivariano de integración suramericana, la propuesta de rescatar la tesis socialista con nuevos ribetes, los nuevos códigos y valores de una sociedad más humana, son parte de la conjugación del pensamiento eterno del líder de la Revolución Bolivariana.


Marx  plantea  la conciencia de clase como la capacidad de reconocer el papel de las masas  (especialmente la llamada clase proletaria, los trabajadores,  los campesinos, los humildes) en el intrincado proceso productivo de un mundo atizado por el Capitalismo. Representa el antagonismo clásico de los sectores dominantes contra los sectores dominados y explotados. Chávez se inscribe en los caminos de la lucha de clases, expresada en el conocimiento histórico particular de la Venezuela colonizada por el imperio europeo, luego por el Imperialismo  transnacional petrolero en el siglo XX, y de las clases burguesas que se apropiaron de los medios de producción nacionales posteriormente. No genera la lucha de clases en sí. En muchos casos se le atribuye la polarización del país, pero en realidad es errónea tal aseveración. Desde hace 500 años, el Capitalismo ha generado esta contradicción de clases en nuestro continente. Chávez logra la definición de las clases en pugna. Y quizás  el mérito más relevante sea el de concebir en el seno de las masas populares esa conciencia  y determinación de clase, el papel que juegan en el sistema social, y la necesidad de rescatar sus derechos y bienestar secuestrados por las élites económicas y políticas tradicionales.

Un crisol de corrientes de pensamiento que van desde el Bolivarianismo, Marxismo, Indigenismo, Humanismo, las tesis progresistas, y desde luego el Socialismo, son parte de esa extraordinaria hazaña que es el proceso revolucionario venezolano. El comandante supremo, en alguna oportunidad planteó que las posibilidades de avance en América Latina pasaban por la izquierda, pero que era mucho más complejo y debía ir mucho más allá.  Dato que revela su profundo conocimiento del proceso político en Latinoamérica en el siglo pasado, que cuenta con la experiencia fallida de Chile, y otros ensayos que terminaron por fracasar gracias a la injerencia del Imperialismo estadounidense. Y más allá comprende que el socialismo planteado en el orbe de las revoluciones socialistas en Rusia y China, constituyen un referente, pero que necesita de adaptaciones al contexto venezolano, regional y mundial  en plena Globalización. Conformar un amplio frente de corrientes ideológicas, revolucionarias, progresistas. ¿Revolución? Sí. Pero con matices de nuestra propia realidad. Bienvenidas fueron estas tendencias y experiencias, pero tuvo ese instinto que pocos desarrollan para aplicar estas experiencias acumuladas en el plano de la política nacional.


Entendía la necesidad de nutrir la lucha revolucionaria con el sentir popular y la organización de las masas. Con la participación popular y protagónica. Desarrollar el sentido de lucha y de identidad de clase, era una de las tareas pendientes aún, (con el único ejemplo digno de la Cuba revolucionaria) en esta parte del mundo plagado de ensayos y errores.  Hasta el siglo pasado, los teóricos de la izquierda solo pensaban en el marxismo clásico como vía para generar las revoluciones. En cierto modo, el dogmatismo del socialismo era la nota dominante para plantear una alternativa al sistema hegemónico capitalista y su vertiente neoliberal.

En efecto, en el materialismo histórico se plantea la lucha de clases como motor de la historia, que desencadena la pugna por los intereses proletarios en la búsqueda de la propiedad sobre los medios de producción y contra la burguesía.  Pero en la Revolución Bolivariana,  la capacidad del comandante supremo de jugar con la configuración de las corrientes filosóficas y de pensamiento, lograron lo imposible: La conciencia de clase tan anhelada en décadas de lucha por los caminos revolucionarios, con una particular variable que potenciaba aquel proceso, representado por el pensamiento del Libertador Simón Bolívar, y que va más allá del planteamiento solo del hecho económico o productivo.

 Es el Bolivarianismo precisamente, el pivote ideológico para llegar a la revolución socialista. Las ideas de justicia, inclusión, la mayor suma de felicidad social  y estabilidad política, el trabajo y el estudio dieron en un primer tramo a la Revolución Bolivariana sus cimientos. La población se sintió identificada con el rescate de ese pensamiento libertario, que estaba adormecido y aletargado por décadas de aislamiento por parte de la burguesía. Encendió una llamarada de patriotismo, de “Fuego Sagrado” (como lo señala el Mayor General Pérez Arcay en su libro del mismo título). Era redescubrir esas raíces de independencia y lucha escondidas en los fríos pasillos de una historia manipulada. Era entender que éramos herederos de esa lucha por la libertad, era reconocernos como parte de esa historia necesaria y rebelde. Es el principio de identificarse como mestizo, como pardo, como afrodescendiente, como aborigen, como elemento viviente de un nexo colonial que en la contemporaneidad continuaba, ahora con diferentes actores y diferentes escenarios. Ya no con la  genuflexión e ignominia heredada por siglos de exclusión y dominio.

La misma lucha, pero en tiempos diferentes. Contemplaba entender el significado del tricolor nacional, símbolo de lucha y de nuestra libertad en la gesta heroica. Existe paralelismo entre el concepto de lucha de clases y esta orientación bolivariana, pues supone la posibilidad de igualar las condiciones de las mayorías explotadas, y de asumir la participación efectiva para lograrla. El rescate de la política como herramienta de conquista, y de prolongación de los intereses de clase. Allí radica la capacidad amplia del pensamiento del comandante supremo. Despertar esa conciencia histórica, esa identidad, esa llamarada patriota. Ese amor infinito por nuestro país, por nuestros ancestros, por nuestra capacidad de desarrollar los cambios. Chávez magistralmente logra hacer esta configuración, desgastada en las últimas décadas del Bipartidismo por las innegables transgresiones de los derechos en las mayorías.

En 14 años de revolución, hoy en día los niveles de participación son cada vez mayores. Una población que goza de beneficios sociales en sus misiones, con una progresiva mejor calidad de vida, y las mejoras en todos los ámbitos de sus necesidades inmediatas (tal y como lo señala el socialismo clásico), dan como resultado esa explosión colectiva de conciencia. Ese proletariado, ese campesinado, esa población mayoritaria, entiende su papel en la historia (como lo indica Plejanov en su obra el hombre y su papel en la historia), y se apropia de la lucha, del conocimiento de esos derechos conquistados. Asisten masivamente a los procesos electorales, participan activamente en el proyecto nacional, en los lineamientos estratégicos. Adquieren destrezas políticas, hablan fluidamente de temas económicos, se expresan ideológicamente, hilvanan ideas concretas y promueven el bienestar colectivo.  Existe una conexión especial con ese sentimiento de provenir de las clases más humildes, que al hacerse visibles por primera vez por este Estado, dan muestras de apego y de verdadera lealtad al proceso revolucionario.

Propician los escenarios, y de hecho se convierten en la vanguardia de aplicación de todos los programas y misiones.  El interés por ejercer efectivamente el poder, y la necesidad de apropiarse de los mecanismos para ejercer dicha soberanía, plantean sin duda la conciencia de clase. Ya no desde el  binóculo de la izquierda de los años sesenta o setenta, si no con la plena convicción de hecho, pues ya han transitado por la verdadera democracia participativa y protagónica que rescata sus intereses comunes. Solo posible por el advenimiento del pensamiento de Chávez y su extraordinario don de engranar las piezas del rompecabezas histórico de nuestro país.

La motivación de las clases trabajadoras y campesinas, es el punto de partida para la conformación posterior del proyecto de país con la participación activa ya con dicha conciencia  (La Constitución Nacional de 1999, El Plan Nacional de Desarrollo 2001-2007, Plan Nacional Simón Bolívar 2007-2013, Programa de La Patria 2013-2019).

Esta participación se mantiene y prolonga. De hecho se hace más sólida a medida que la dinámica del proceso revolucionario avanza. La trinchera de las ideas,  el estudio, la intensa batalla de la creación, de la innovación de métodos y herramientas no convencionales para conseguir los objetivos, el arropar a esa conciente masa popular en el huracán bolivariano, son consideradas en el pensamiento del gigante. Es partidario de ejercer de manera profunda el conocimiento, la búsqueda del mismo. Y ese camino lo llevó a dar estos aportes incalculables no solo para la República Bolivariana de Venezuela, sino del continente, pues el pensamiento de Chávez y su proyecto de Revolución son la esperanza de muchos de los países que aún persiguen la independencia y la libertad.


Chávez Vive, la lucha sigue.
¡Revolución por siempre!

¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos!


(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.

domingo, 7 de abril de 2013




ENFOQUE DIALÉCTICO
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La Hegemonía Comunicacional Privada Frente al Sibci.

Por: Willmer Chang (*)
                                                                      
Uno de los terrenos de batalla más importantes para seguir transitando el camino de la revolución es el tema comunicacional. Tal y como lo señala nuestro eterno Libertador Simón Bolívar la primera de las fuerzas es la opinión pública. En un mundo globalizado, y dominado por los códigos de la hegemonía y la ética capitalista, la información se ha direccionado a la multiplicación de antivalores, medias verdades y manipulaciones de la realidad, que se inoculan a través de los medios de comunicación masivos. Las matrices de opinión son implantadas, desarrolladas en laboratorios.

El sistema económico dominante ha desarrollado patrones en su forma de masificar sus necesidades a través de los medios. Debatimos aún si lo que recibimos debe considerarse información o propaganda. De manera simultánea y casi en tiempo real las informaciones son direccionadas según sea el interés. Vía satélite, vía banda ancha, vía microondas. Un mundo interconectado, pero que a su vez depende de los consorcios poderosos de la información para acceder a la información. A esto se une el avance acelerado de las tecnologías de la comunicación. Las denominadas redes sociales (como Twitter, Facebook) incrementan el poder de ataque de los mensajes y aspiraciones.

La idea es claramente impactar sobre el ser humano y su forma de pensamiento para conseguir una determinada respuesta. Y obviamente todas estas acciones buscan un condicionamiento sobre los hechos verdaderos. Nuestro país es una muestra casi inédita de lo que significa la aplicación de dicha hegemonía en los medios. Desde el inicio del proceso revolucionario, hemos soportado incontables matrices y campañas de desinformación, encubrimiento, y distorsión de la verdad. De hecho el comandante Chávez fue objeto de un golpe comunicacional perpetrado con tácticas de desinformación y mentiras de los medios en abril de 2002.

Existe una intrincada complicidad entre las grandes corporaciones mediáticas mundiales (las grandes cadenas televisivas, los medios impresos, radiales) y los medios locales venezolanos. Las primeras se encargan de atacar sin compasión el proceso bolivariano en temas recurrentes tales como libertad de expresión, derechos humanos, vínculos con países “terroristas”, cuestionamiento del sistema democrático venezolano, entre otros. Los segundos, son los encargados de distorsionar el ámbito político y las acciones de gobierno, sea cual sea su naturaleza o sus alcances. Esto es una concertada alineación para desacreditar y desmoralizar los inmensos avances en materia social que la revolución bolivariana ha logrado en 14 años.

Para nadie es un secreto que una de las debilidades de la revolución bolivariana ha sido su capacidad de informar y de revertir los nocivos efectos de la mediática mundial. Esta debilidad en varias ocasiones fue detectada por el comandante supremo Hugo Chávez. Su preocupación estaba justificada. Es increíble la cantidad de mentiras, manipulaciones e informaciones destructivas que tuvo que soportar al frente de las riendas del gobierno. Y lógicamente ese bombardeo mediático tuvo efectos sobre sectores de la población venezolana que fácilmente se dejan influenciar por estos masivos ataques de desinformación. Aumentan progresivamente estos ataques cuando se avecinan eventos electorales en nuestro país. Se crean mecanismos para desconocer las acciones revolucionarias de gobierno, ocultar las obras y avances, desviar la atención a problemas como la inseguridad, el desempleo y la “crisis económica”.

Ante esta enorme guerra mediática, el Estado ha tenido que luchar con herramientas novedosas. Una de las primeras acciones fue generar mecanismos alternativos de comunicación, que pudieran ser manejados por el poder popular. En efecto significó un avance en materia comunicacional. Los comunicadores alternativos y los medios comunitarios se multiplicaron de tal manera que por primera vez se tuvo una herramienta para romper el cerco mediático en los sectores populares. Esta es una de las claves para vencer. El poder popular apoderándose de los conocimientos necesarios para masificar la verdad. La posibilidad de llevar a cada hogar de una comunidad el verdadero impacto de las acciones de su gobierno revolucionario. Esto supone una enorme red de medios comunitarios y comunicadores alternativos, que en efecto está creciendo.


La existencia de una red de medios públicos se estructuró para enfrentar la arremetida comunicacional de los medios nacionales y  mundiales. Sin embargo, y dada las recurrentes fallas para promover los avances revolucionarios, fue necesario replantearse la estructura y alcances de los medios estatales, y de igual manera apoyar la labor incansable y efectiva de los comunicadores alternativos.  

Ese es el punto de partida del SIBCI (Sistema Bolivariano de Comunicación e Información) una estrategia integral para desarrollar un frente de batalla contra la hegemonía comunicacional y la mediática mundial. Es un sistema que integra los diversos medios públicos en un amplio espectro (desde la televisión, la radio, la web, redes sociales, medios impresos) y los medios no convencionales como los comunicadores de calle, los comunicadores alternativos, los pregoneros y los megáfonos como medios de difusión. Es una revolución en materia comunicacional por parte de las autoridades revolucionarias. La intención de acercar y masificar la información a los más diversos sectores populares, y contar con la participación de estos mismos sectores, es sin duda una estrategia acertada.

La estructura hegemónica de los medios, utiliza en demasía la tecnología para imponer sus matrices. Pero es de carácter estratégico que no solo los medios tecnológicos sean utilizados para contrarrestar el bombardeo. Una información de persona a persona, el perifoneo en espacios públicos, los panfletos, las reuniones ocasionales y las jornadas de discusión frecuentes son parte de las nuevas formas de enfrentar la tecnología. Y es precisamente lo que el SIBCI se ha planteado.

A nuestro juicio, el masificar y diversificar las formas en que se transmiten los mensajes, códigos y símbolos de la revolución tendrá un efecto positivo en el fenómeno de la comunicación global. Es necesario seguir impulsando medios de difusión masivos pero “humanos” de esos contenidos. Es la importancia de la participación popular en la construcción de las medidas de contraataque, y también es una excelente forma de reconocer el poder de la organización que hemos alcanzado en revolución.

El SIBCI debe ser transversalizado por todos los entes del Estado. Debe manejar de manera efectiva todas las acciones de gobierno en tiempo real, y tener la capacidad de transmitir esta información a los medios alternativos antes mencionados, para que efectivamente se masifiquen. Hay que  formar en lo estratégico a nuestros masificadores populares. Debemos apoyarlos en la concepción de que esta es una batalla no solo a nivel nacional, sino mundial. Pues estamos enfrentando los intereses económicos globalizados, y de los centros hegemónicos del poder. Es fundamental que el poder popular sepa identificar la naturaleza del sistema económico dominante, pues después de todo es la confrontación del Capitalismo y Socialismo lo que se plantea en la escena de los medios. El SIBCI debe plantear mecanismos para esa discusión trascendental, pues no es solo el frente de batalla de los medios nacionales, sino que representa un problema mundial.

Es de vital importancia que exista la interconexión entre los actores del sistema (tanto los medios estadales como los alternativos), y que la orientación sea llegar al ciudadano con la mayor asertividad posible. Existe una tendencia tóxica de los medios nacionales para tratar temas de sensibles  (salud, inseguridad, costo de la vida, desempleo). Esas son las tribunas en las cuales se tiene que reforzar la estrategia. Pues existe una acción real del Estado revolucionario en resolver estos temas, y existen resultados palpables y concretos. Solo hay que potenciar el rango de acción del SIBCI, y reorientar esfuerzos en masificar la acción de gobierno. Pero sobre todo, debe haber una tendencia a explicar lo que es el Capitalismo como responsable de la miseria, y la propuesta del Socialismo Bolivariano  como alternativa de justicia, igualdad, inclusión y bienestar común.

Un reconocimiento especial al ministro Ernesto Villegas, pues ha empezado a cumplir la misión titánica que dejó como reto nuestro líder supremo. El SIBCI ya tiene estructura y orientación. Rescatar tribunas para la difusión, y generar otras nuevas es la responsabilidad que tenemos en frente. Por fortuna, existe una conciencia política de lo que significa la revolución bolivariana, y de los alcances que hemos obtenido. Suficiente combustible para seguir dando la batalla en contra de la mediática nacional e internacional. Apoyamos en todas sus acciones la gestión del ministro, y del sistema en sí. Y esperamos un rápido avance para defender en la trinchera de la información este extraordinario proceso revolucionario.


Chávez Vive, la lucha sigue.
¡Revolución por siempre!

¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos!


(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.

lunes, 1 de abril de 2013



ENFOQUE DIALÉCTICO
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Revolución Educativa y Revolución Cultural (II).

Por: Willmer Chang (*)

“Estamos abriendo los caminos iniciales de la primera etapa de una Revolución que trascenderá este siglo, para bien de Venezuela y para hacer realidad un mundo distinto, un mundo mejor.”

HUGO CHÁVEZ

Declaraciones del presidente Chávez
durante la inauguración  de Aldeas Universitarias
5 de abril de 2006
           

En la entrega anterior realizamos el introito de la situación educativa venezolana durante el bipartidismo. De igual manera desarrollamos una comparación histórica sobre el mejoramiento progresivo de las condiciones de la educación en revolución. En tal sentido nos atrevimos a dejar algunos planteamientos que tienen que ver con el impacto del sistema educativo bolivariano en la formación de la juventud. En efecto, recalcamos que los avances de inversión social, la atención de necesidades primordiales, y la constante dotación de recursos, herramientas y materiales, es una mejoría elocuente. Pese al enorme esfuerzo del Estado bolivariano, hay algunos ámbitos que no han logrado generar los cambios necesarios en el proceso revolucionario.

La constante exposición de la juventud a fenómenos alienantes (propaganda y contra propaganda), bombardeo de una estrategia de consumismo exacerbado através de los medios de comunicación masivos, y la imposición de patrones culturales ajenos a la realidad inmediata, siguen impactando. No permite acrisolar los principios y valores revolucionarios necesarios para el gran salto cultural. Este pervertido y bien articulado sistema, está enmarcado en las políticas hegemónicas imperiales para abstraer a las poblaciones  más jóvenes, y contribuye con los sectores reaccionarios  que elevan un muro de contención para los cambios radicales y profundos que reclama nuestra sociedad.

Esta guerra de cuarta generación y de baja intensidad, ha focalizado su eje de acción en los antivalores, la antipatria, la apatía, la banalidad, lo superficial, la antipolítica, lo irreal, lo superfluo. Y tiene consecuencias inimaginables para la subsistencia de nuestro Estado revolucionario. Se transgrede el principio de seguridad y defensa integral de la nación. No puede existir una nación en paz si existen millones de herramientas tecnológicas y toda una parafernalia comunicacional que nos inocula el desarraigo. Y es precisamente el desarraigo la cualidad y rasgo resaltante de esta operación masiva en la juventud venezolana. Una importante parte de los estudiantes del sistema educativo en todos sus niveles, no consideran el momento histórico que estamos transitando. No conocen la naturaleza de la lucha que hubo que dar para poder llegar a tener todos los beneficios sociales que ostentamos. No tienen un punto de comparación referente para contrastar la educación y la sociedad durante la época triste del neoliberalismo y del bipartidismo.  Desconocen que la posibilidad de acceder a una educación gratuita y de calidad, es un derecho constitucional. Desprecian o subestiman la enorme gestión y asignación de recursos en el mejoramiento del sistema educativo bolivariano. Algunas mentes juveniles, aún se identifican con la cultura de la violencia y el culto a las armas para resaltar en la sociedad, en sus barriadas. Y eso representa un problema de magnitudes vectoriales para el avance de la revolución. Por so nos preguntábamos si en esencia, la aplicación del sistema educativo verdaderamente ha impactado estas particularidades. Pues es bien sabido que el sistema promueve una educación reflexiva, crítica, y  sobre todo en concordancia con el proyecto político y social revolucionario. Como exclamaba nuestro inmortal Simón Rodríguez, no podemos tener república si no tenemos republicanos.

Debemos ejercer la crítica y la autocrítica tantas veces enarbolada por nuestro comandante supremo. En tal sentido, es posible considerar algunos elementos para entender porque no ha sido ciento por ciento efectiva la puesta en marcha de la educación bolivariana (educación inicial, media, diversificada y universitaria), dada las condiciones y peculiaridades de cada uno de estos  subsistemas. En consecuencia hemos detectado los siguientes argumentos:

  • El carácter alienante de los mensajes exhibidos en los medios de comunicación, que no están siendo regulados de manera efectiva por las autoridades (pues aún existiendo CONATEL y los colectivos de usuarios y usuarias, aún se siguen masificando las escenas de violencia, guerra, confrontación, antivalores y consumismo en todos los medios), e incluso de manera más directa en los sectores populares. Esto crea una percepción distorsionada de la sociedad, y por ende del comportamiento de la juventud ante la misma. Desde la música, las series de tv, las redes sociales, las películas, y los mensajes publicitarios atentan contra el coherente planteamiento del socialismo de vivir en paz y armonía, y sobretodo en justicia e igualdad. Esto debe ser abordado de manera tajante e inmediata. Se debe accionar el marco legal de la ley de Responsabilidad en Radio y Televisión. Es urgente, pues son cada vez más los efectos de este desliz en la política cultural revolucionaria. 

  • El exagerado número de horas que los estudiantes reciben el bombardeo mediático de antivalores y acciones violentas, en vez de generar hábitos de lectura y reflexión. El Estado revolucionario ha generado condiciones para la implementación de la lectura como herramienta liberadora. La tecnología de comunicación y comunicación casi extermina la capacidad de lectura de nuestra juventud. Solo a nivel de imagen o meta mensaje se pretende encaminar la percepción juvenil. Es necesario seguir profundizando en la masificación de textos, y que se implementen tanto en el hogar como en las instituciones educativas.


  • Existe poca claridad en el ámbito docente sobre lo que  significa la aplicación de la educación bolivariana. Pues no se puede defender o profundizar lo que no se conoce. Para poder impactar realmente nuestras juventudes, los docentes deben convertirse en “MILITANTES”, estar convencidos y preparados para exponer el  SOCIALISMO como alternativa, pues de lo contrario el sistema será aplicado solo como reformismo, y no será posible enfocar y direccionar el fin supremo que es la construcción de una sociedad justa y de iguales, que pasa necesariamente por el entendimiento de que estamos construyendo el socialismo del siglo XXI. Esto requiere el pleno conocimiento de que estamos luchando contra un sistema hegemónico que es el CAPITALISMO, dominante desde hace 500 años. Estamos planteando un Estado revolucionario, no una reforma. Y si no hay verdadero compromiso por parte de quién tiene la responsabilidad de aplicar el sistema, difícilmente podremos generar un cambio cultural.

  • Los ministerios del poder popular para la educación, y la educación superior deben considerar las condiciones en que han sido aplicados los programas nacionales de formación. Evidentemente, no hay un rigor en el planteamiento central de generar identidad y valores soberanos. Si las mallas curriculares se imponen sobre el supremo fin de construir el socialismo, solo transitamos por burocratismo y formalismo. El país no se transforma con solo formatos burocráticos o acciones tecnocráticas. El deber sagrado de hacer patria requiere de una verdadera posición de irreverencia y creatividad necesaria. No solo debemos apegarnos a dogmas curriculares. El sentir popular, la situación dinámica del proceso político y social, y el carácter heterogéneo de los hechos, permiten que eso que se ha denominado “currículo” sea flexible. Pero esa flexibilidad tiene que ver con el sentido pedagógico revolucionario. Con estar plenamente orientados a la construcción del socialismo.

  • Dichos ministerios, deben  DESBUROCRATIZARSE. Todavía transitamos por los vestigios del Estado burgués liberal, que solo logra generar burocratismo y algunas situaciones de corrupción. Es responsabilidad de estos ministerios sincerizar sus nóminas, examinar su personal, pues de poca utilidad es ser pesados y anquilosados aparatos ministeriales si no son efectivos. Aún en estos momentos tenemos a personal en puestos claves y decisivos que NO COMULGAN CON LA REVOLUCIÓN. Pareciera ser una especie de estatus quo, interesado en retrasar y entorpecer el proceso revolucionario. Esta clase de burocracia es un tumor para el avance real y comprometido. Los puestos de decisión en los rangos medios, deben estar en manos de personal intensamente formado y comprometido con la revolución. No podemos seguir dejando en manos de infiltrados estas tribunas. Esta es una fuerza que necesitamos ganar para la transformación cultural (la educación y la cultura son bases fundamentales de toda revolución). Hay que pensar en que cada docente comprometido, debe ser un ente de aplicación efectiva del sistema educativo bolivariano (pasa por reconocer que todavía hay que dignificar la actividad docente, con condiciones de nivel de vida justa, pues es el principal eje para transformar la sociedad). Revisar, ponderar, reivindicar el tema de las condiciones laborales, y garantizar todas las herramientas del Estado  para la cabal aplicación de los principios éticos y metodológicos de nuestra revolución.

  • La corresponsabilidad del poder popular en la potenciación del sistema educativo, conformando una sólida estructura participativa, vigilante, activa en la construcción del socialismo bolivariano. El poder popular es la garantía del azimut revolucionario. No podemos alejarnos de esa premisa, que tantas veces reconoció nuestro comandante presidente. La educación debe tener una estrecha alianza con consejos comunales, las comunas. Deben integrarse con la lógica revolucionaria, no con la lógica burguesa. Nadie mejor informado de la realidad local, que la misma comunidad. De allí que ellos deben participar activamente en la construcción de ese programa de formación que se impartirá en cada centro educativo, sea cual fuere su nivel.

  • Las universidades, deben plegarse de manera frontal, con el proyecto de país contemplado en el PLAN NACIONAL SIMÓN BOLÍVAR, y el PROGRAMA DE LA PATRIA. No se pueden concebir que el Estado de sin falta los presupuestos a las universidades nacionales públicas, y estas escudándose en la AUTONOMÍA UNIVERSITARIA mal interpretada, no colaboren con la real aplicación de estos programas nacionales de desarrollo. Toda la capacidad operativa y académica de las universidades debe estar al servicio de concretar y profundizar dichos planes. Estar en sintonía con las necesidades reales del país en materia productiva y de recursos. Gestionar esos recursos para formar profesionales que verdaderamente aporten al Estado y la construcción del nuevo modelo socio productivo. Es impensable, que universidades utilicen recursos para atentar políticamente contra el Estado revolucionario. Deben convertirse en tribunas de discusión política diversa, sin caer en las posesiones de estancamiento y confrontación. La discusión debe ser para avanzar a la construcción del la potencia suramericana caribeña. No debe ser para la destrucción del estado. Es inconcebible que las universidades autónomas, aún estén evadiendo su responsabilidad con el país. Y deben someterse de manera inmediata a la transparente auditoría del Estado y sus instituciones, pues ninguna autonomía puede justificar el abandono al compromiso de desarrollo real y verdadero.

Las referencias y argumentos antes expuestos, son para su debate y análisis. Para encontrar caminos hacia el mejoramiento del sistema educativo revolucionario, y para humildemente aportar una plataforma de discusión. Y sobre todo para ayudar a construir el socialismo del siglo XXI, legado del inmortal comandante Chávez, que ya había dado muestras de preocupación por algunas circunstancias aquí expuestas.







¡Independencia y patria socialista!

¡Viviremos y venceremos!


(*) Docente revolucionario, investigador social y militante Bolivariano.