ENFOQUE DIALÉCTICO
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Miranda y Bolívar:
Simbiosis Geopolítica.
Por: Willmer Chang (*)
En el curso de
la historia, hay coincidencias y procesos que parecen predestinados. Efectivamente
una de ellas es la íntima relación entre el pensamiento del Generalísimo
Francisco de Miranda y del Libertador Simón Bolívar. Es un referente tanto en
el aspecto de conformación de ideales libertarios, como en el ámbito de creación
de repúblicas en los albores de la lucha emancipadora. Es sin duda, una de las
más necesarias relaciones que debe conocer todo ciudadano, y que representa
parte de nuestra esencia como Estado nación.
Como proceso
histórico, la audaz acción del Generalísimo Francisco de Miranda es el
referente cronológico de la lucha por la independencia en la Hispanoamérica
sometida al yugo imperialista español. Dentro de una sociedad de castas, de odio racial y estamentario, supo
remontar sobre sus limitaciones de origen canario para el ejercicio del saber. Esta
sociedad racista y clasista promueva la segregación en las actividades del
ejercicio del estado y de gobierno a personas como Miranda. Lejos de
amilanarlo, encuentra razones de peso para la formación constante y decidida. Este
rasgo de personalidad lo hará asumir una vorágine de conocimientos estratégicos
y tácticos que permiten su inmediata conexión con la realidad del ajedrez global
del mundo. De esta sucesión de conocimientos, el Libertador Bolívar aprenderá acuciosamente,
heredando parte de las ideas geopolíticas del Generalísimo y precursor de la
independencia.
Para entender
a Bolívar hay que entender el precedente mirandino. Se conjugan elementos de carácter
vinculante. La concepción del estado (gran nacional) que es planteado por
Miranda como Colombeia (detalle romántico que evoca un homenaje al Almirante
Cristóbal Colón), desde el sur del río Misisipí
hasta la Patagonia, con sobradas pinceladas de tierra libre, productiva,
soberana y moralmente sólida, serán
insumos vitales para el futuro proyecto
del Libertador Bolívar. Esta primigenia
concepción de la importancia del territorio, su relación con los recursos y del
poder del estado, es lo que un hombre universal como Miranda logró decodificar
entre sus viajes y conocimiento del mundo moderno. Entendió las variantes del
cambio en los sistemas monárquicos y políticos de la época, y generó una propuesta
de unión continental bajo condiciones históricas muy precisas.
Haber participado
en las tres grandes revoluciones de la época (Revolución francesa, independencia
de los Estados Unidos de Norteamérica, y la revolución de independencia
Suramericana) no solo es una demostración de grandeza y de gloria para Miranda,
sino que representa el continuo estratégico de la construcción de su tesis
geopolítica, que en reiteradas ocasiones define el rumbo en función de las
categorías más importantes del pensamiento avanzado: tiempo y espacio. Geografía
e historia. Lo temporal y lo espacial. Lo diacrónico y sincrónico, que en términos
actuales denominamos Geohistoria.
Conocimiento que
después de algunos lustros se conforman en bases fundamentales de la
geopolítica como ciencia. Supo extraer Miranda de esos recursos los suficientes
conocimientos, estrategias, experiencias y procesos que le permitieran dar
viabilidad a su proyecto continental. Tal aseveración pudiera ser comprendida
si se estudia las bases y pilares fundamentales de los estados que nacieron de
la Francia revolucionaria y de los Estados Unidos (la declaración universal de
los derechos del hombre, la alternabilidad en el ejercicio del gobierno, la
erradicación de la monarquía, el establecimiento del estado nacional, la
igualdad, fraternidad y libertad, los principios morales y éticos de los
ejecutantes del gobierno, el sistema federal y la arquitectura legal), todos
ellos asumidos como un referente para la construcción de ese sueño mirandino.
De allí que el
planteamiento de la Colombeia vaya mucho más allá en los planes del precursor. Integra
la síntesis del conocimiento geográfico y político, de las relaciones de poder de los diversos
centros del mundo, del conocimiento de la posición relativa del continente suramericano,
el reconocimiento de los recursos naturales, las complejas relaciones
comerciales con el Caribe, las intensas implicaciones culturales , la necesidad
de la instalación de una forma de gobierno basado en los derechos universales
del hombre con manejo conceptual en la razón y el conocimiento, y con especial
interés en la formación ciudadana y educativa por parte del estado.
La ocupación
del territorio en el proyecto de Colombeia debía recurrir a una
organización centralizada, pero con presencia de un cuerpo legislador, dicha estructura es denominada Incanato
(recordando el otrora inmenso imperio de los Incas desde el sur de Colombia
hasta Chile) debía interconectarse y relacionarse con los tres elementos
vitales del continente:
·
La fachada septentrional,
conformada por México y los territorios de América Central, incluyendo la
posibilidad de interconexión marítima con el Caribe, las Antillas, el Océano Pacífico
y el Océano Atlántico.
·
La fachada meridional
compuesta por las provincias del Sur y del río de la Plata, que generaban
cuantiosos recursos, y donde se encontraba la cordillera andina.
·
Y el territorio pivote (hinterland)
o cabecera que era constituida por
Venezuela, la Nueva Granada (incluyendo al territorio de Panamá que pertenecía a
dicha provincia) y las islas caribeñas como Cuba, Puerto Rico, y el arco del
Mar Caribe, como eje articulador y de
interconexión entre estos distantes territorios.
No es
coincidencia o azar el planteamiento de Miranda, ya que es consecuencia de un
desmenuzado y pormenorizado análisis de las potencialidades de dichos territorios,
que en ausencia de un plan de interrelación y conexión efectiva, podrían
atentar contra la sostenibilidad de su existencia.
Planea el
Generalísimo la creación de centros de defensa interregional, cinturones
agrícolas productivos, establecimiento de áreas portuarias, creación de zonas
comerciales, y el establecimiento de áreas de especial interés para la acción
económica de la industria y artesanía. De
tal manera que el conocimiento del territorio, sumado a un plan de
interrelación con la forma de gobierno y de su población conformaría este gran
Estado suramericano y caribeño.
Decodificó magistralmente
las necesidades de ese centro de equilibrio con respecto a la incipiente nación
norteamericana: Los Estados Unidos, que en proceso de conformación adoptaron un
modelo comercial muy agresivo y con bases muy consolidadas con el capitalismo
en su fase mercantilista y la posterior fase industrial.
Esta coincidencia
de reconocimiento también la asume Bolívar en su periplo libertario, quién
sustenta la tesis del centro de equilibrio en la naciente unión de repúblicas. Bolívar
entendía la necesidad de la unitaria condición del estado, para sumar fuerzas
militares, recursos naturales, población y cuantos elementos pudieran sustentar
al proyecto. Condición que ya hemos desarrollado por parte de Miranda. El libertador asume la tesis de unión desde
1819 en Angostura, cuando el congreso ratifica y decreta la ley fundamental de
la creación de Colombia.
Que en un
ejercicio de símil asumimos es la significación en castellano de la Colombeia
(en latín) del precursor de la independencia.
Con esta perspectiva,
el Bolívar estadista comienza a darle forma al sueño mirandino, ya desde las acciones
tácticas, y en concordancia con lineamientos de carácter estratégico (y estrechamente
relacionado con la Colombeia de Miranda) logra poner en práctica.
De lo relativo
a la necesidad de unidad territorial Bolívar rescata la imponente situación de
Venezuela para el comercio y la relación con el resto del continente, además de
coincidir con Miranda en la necesidad del Caribe como vía de defensa militar y
no solo comercial.
Las detalladas
órdenes del Libertador tanto a las autoridades civiles como militares, dan
cuenta de la necesidad de ser eficientes en el uso de los recursos, el
ejercicio de gobierno, y de la prosecución de las líneas fundamentales del
estado. Todo esto con una organización política derivada de la realidad local y
territorial. Bolívar entiende que todo gran proyecto de estado debe estar
sustentado por la estructura económica, y nuevamente coincide con Miranda en la
necesidad de fomentar la producción en términos favorables para la República. Incluso
plantea la tesis del Istmo de Panamá como “ombligo del universo”, que asume una
posición estratégica de interconexión oceánica entre el Pacífico y el Atlántico
y por ende de las relaciones comerciales marítimas. Es una muralla de
contención para las ya evidentes aspiraciones expansivas de los Estados Unidos.
De allí su convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá, para sentar las
bases y hacer posible dicho planteamiento.
De tal manera
que podemos encontrar elementos coincidentes en ambos personajes históricos,
que asumimos como relacionantes en sus tesis de unión continental.
A pesar de que
la geopolítica es un saber estratégico que nace en los albores del siglo
XX, y con fines de carácter expansivo y de control, podemos recurrir al
pensamiento y proyectos de Miranda y Bolívar como predecesores del conocimiento
geopolítico suramericano.
Como legado a
estos grandes hombres de la libertad y del mundo, hoy debemos profundizar en
sus proyectos para seguir construyendo una sólida condición de integración
entre los pueblos.
(*) Docente e
investigador.